Los papeles póstumos del Club Pickwick, de Charles Dickens

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Los papeles póstumos del Club Pickwick, de Charles Dickens

Un hombre ya mayor, extravagante, ingenuo, pero sobre todo, bueno. Dispuesto a vivir aventuras en una sociedad en transformación, en el acelerado y doloroso paso al capitalismo.

Samuel Pickwick, presidente del Club que lleva su apellido, escribió una importante obra: “Hipótesis sobre las fuentes de los estanques de Hampstead, con algunas observaciones sobre la Teoría de los Renacuajos”.

Sobre esta base, para avanzar en sus aportes a la ciencia, decidió con sus amigos Tupman (con fama de conquistas, amorosas), Snodgrass (con fama poética) y Winckle (con fama en los deportes), partir en viaje de aventuras para narrar y documentar. 

Sus famas serían puestas a prueba en cada aventura: Tupman debe huir de cada aventura de seducción, Snodgrass jamás escribió una letra, Winckle se aterrorizaba ante las salidas a cazar obligado a usar armas.

Siempre buenos para comer y tomar. Siempre envueltos en desgracias pequeñas, inesperadas, inocentes, como el enfrentamiento en la localidad de Eatanswill entre Amarillos y Azules por escaños parlamentarios; como el enriedo con la dueña de la casa de Pickwick, la señora Bardell, que creyó, esperó, ser seducida por el bueno de Samuel, y que lo llevaría a la cárcel; como los pleitos con los ambiciosos abogados Dodson y Fogg; como las estafas y locuras de la juventud licensiosa, los pretendidos médicos Sawer y Allen.

Siempre salvados por su fiel empleado personal Samuel Weller, con su humor y sentido común, fuerza y determinación.

“Nunca lamentaré –dijo el señor Pickwick en voz velada-, nunca lamentaré haber dedicado la mayor parte de estos dos años a mezclarme con diferentes variedades y matices de la especie humana, por más que mi búsqueda de novedades haya parecido frívola a muchos. Como casi toda mi vida anterior había pasado dedicada al negocio y a la búsqueda de la riqueza, se me han presentado por primera vez numerosas perspectivas de las que no tenía idea previa; espero que para ampliar mi ánimo y mejor comprensión. Aunque he hecho poco bien, confío en que he hecho menos daño, y en que ninguna de mis aventuras será para mi otra cosa que una fuente de recuerdo divertido y placentero en el crepúsculo de mi vida. ¡Dios les bendiga a todos!”.

La frivolidad está presente, ciertamente. Pero los viajes, sí amplian las perspectivas, el ánimo y la comprensión, ¿no es necesario que cada uno esté siempre emprendiendo algún viaje?

3 comentarios en “Los papeles póstumos del Club Pickwick, de Charles Dickens

  1. ¡Cómo quiere Dickens a sus personajes! Es como una madre: los ve cometer imprudencias, los ve hacer una tontería tras otra, los ve débiles, incluso a veces cometen maldades. Pero, como una madre, siempre los quiere y nos los muestra con amabilidad, como si pidiera que se los cuidáramos. Siempre viéndolos con ternura, y logrando que los veamos del mismo modo.

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