
A partir de
Guillermo el Conquistador, de Roald Dahl
Si F. Milton Willis en su extravagante Repetición de las vidas terrenales: cómo y por qué, sostuvo que “Epicteto había vuelto a la tierra en la persona de Ralph Waldo Emerson; Cicerón en la de Gladstone; Alfredo el Grande en la de la reina Victoria; y Guillermo el Conquistador en la de lord Kitchener … que Theodore Roosevelt ha desempeñado, a través de numerosas reencarnaciones, el papel de conductor de hombres … De él descendía la estirpe real de la antigua Caldea, de cuyo territorio fue nombrado gobernador en los alrededores de los años 30.000 a.C., por la Entidad que conocemos como César, y que en aquel entonces era rector de Persia. Roosevelt y César, repetidamente reunidos en el poder administrativo y militar, habían sido en un tiempo, muchos milenios atrás, marido y mujer”.
Algo tan extravagante es a la vez decible, dándole así al menos cierta verosimilitud
¿Cómo no creer entonces que, cuando aquel gato gris -lo vieron con sus propios ojos-, se estremecía cada vez que Louisa interpretaba a Chopin, el compositor favorito de Liszt, cada vez que se respingaba cuando interpretaba el Scherzo en Si bemol de Chopin, justamente la obra que rechazaba, cada vez que se quedaba junto a ella cuando tocaba las propias obras de Liszt, Louisa no concluyera con emoción, rechazando la incredulidad de su marido, ‘¡oh, Dios santo! ¡Si serás idiota! ¿Si serás fatuo e idiota! ¿acaso no te das cuenta que esto es un milagro?’: que el gato gris es Liszt.
Estaba tan emocionada. “¿Te das cuenta? ¡En su juventud conoció a Beethoven! Y también a Schubert, a Mendelssohn, a Schumann, a Berlioz, a Grieg, a Delacroix y a Ingres, a Heine y a Balzac. Y aguarda un momento, ¡cielo santo! ¡Si fue suegro de Wagner! ¡Tengo en los brazos al suegro de Wagner!”
Nadie le quitaría eso. Ni su marido. Decidió anunciarlo: todos los compositores del mundo querrían ir a su casa a conocer a Liszt.
No lo dudaba.
Excepto su marido. Pero, ¿por qué? ¿no es de fatuo poner un milagro en duda?
(Anagrama. Traducción de Carmelina Payá y Antonio Samons)