
Si ordenar una biblioteca, como decía Borges, es ejercer de algún modo el arte de la crítica, también lo es seleccionar el propio canon, que, personal, está llamado a modificarse, a transgredirse, a construirse arbitrariamente. Sin olvidar viejos amores como Julio Verne, Emilio Salgari, Sherlock Holmes, el padre Brown, Sábato, Cortázar, y tantos otros; aquí van aquellos que siguen siempre presentes, y sentimos amigos.




















