En vida, de Haroldo Conti

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En vida, de Haroldo Conti

Oreste y sus amigos, los fines de semana en los bares del puerto. Los días de semana, oficinistas en Buenos Aires. Algunos hijos, algunas mujeres, amantes. La admiración, envidia y bronca contra Paco, que va y viene en su auto, sin ataduras.

¿Doble vida del típico macho porteño? Si, en los hechos. Pero algo más.

Es el rechazo y la atracción por la vida de su padre que un buen día lo abandonó del todo, pero dejándole esta divisa: “Oreste, no he sido gran cosa como padre. Hay que admitirlo. Pero quiero que entiendas esto, al menos. Somos aves de paso. No levantes una casa demasiado sólida ni te llenes de cosas. Te basta con tu par de alas, muchacho”.

Pero no volaba alto. Planeaba a lo más, entre la costa y el centro, entre su casa y los bares.

Lo atormentaba: “A veces trata de rastrear en el pasado un acto claro y terminante, un gesto inaugural, pero todo ese mundito de sombras se había ido urdiendo de una manera oscura, lenta y obstinada”.

Doble vida, sí. Pero sobre todo, indecisión. ¿No es esa la cadena invisible, que teje la urdimbre de manera oscura, lenta y obstinada? Sì, pero nunca es tarde, y Oreste podrá terminar levantando vuelo.

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