ARTE Y LITERATURA. Esculturas, Franz Xavier Messerschmidt. Juan Forn

“… las sesenta cabezas que esculpió Franz Xavier Messerschmidt a fines del siglo XVIII en una cabaña perdida en Bretislava, luego de ser despreciado por ‘temperalmente inestable’ en la corte de Viena.

El modelo de todas las cabezas era él mismo. Las hizo en estaño porque era el material más barato de fundición (no podía pagar hierro o bronce); algunas incluso quedaron en yeso; sólo pudo hacer un par de ellas en mármol, con material sobrante de encargos. Su propósito era abarcar las sesenta y cuatro expresiones posibles del rostro humano, es decir, del alma humana, según creía Franz Xavier Messerschmidt que había demostrado Hermes Trimegisto, el padre del hermetismo, es decir de lo oculto.

Por cosas así quemaban gente en su época. Pero Messerschmidt estuvo nueve años sacándose los demonios de adentro sin que nadie le tocara un pelo. Digo sacándose los demonios de adentro porque trabajaba de la siguiente manera; en torso desnudo frente a un espejo, sometiéndose a tormentos corporales o psíquicos hasta obtener en su cara el gesto que estaba buscando, para proceder a modelarlo frenéticamente en arcilla con sus manos. Así día tras días, durante nueve años …

Nadie hasta ahora pudo reunir las sesenta piezas en un solo lugar (de hecho, hay solo cuarenta y nueve localizadas), y yo tiendo a pensar que en el fondo nadie quiere hacerlo: aun inconclusa, la obra puede tener efectos escalofriantes toda junta”.

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