
Píldoras de la crítica. El interrogante adorniano y José Donoso. Grinor Rojo
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
“Para Donoso [en El jardín de al lado], el problema consiste, por lo tanto, en ser y no ser como Méndez [su personaje, que quiere escribir “la gran novela del golpe”]. ¿Cómo responder a las urgencias de la historia no siendo infiel para consigo mismo, para con una apuesta literaria que era la de toda la vida? Por otra parte: ¿cómo seguir escribiendo novelas experimentales, del tipo de El obsceno pájaro de la noche, mientras que en Chile Pinochet y la DINA (o la CNI, lo mismo da) persiguen, encarcelan, torturan y ‘desaparecen’ a sus opositores, cuando el país es una herida abierta y cuando de un total de once millones de habitantes han salido ya un millón con rumbo al exilio? …
Uno se acuerda, y cómo no, de la célebre frase de Adorno, cuando en Crítica, cultura y sociedad peste afirmó que ‘escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie’. En el último análisis, una tesis como la que involucra esa sentencia adorniana significaba para el escritor, para cualquier escritor y en ese sentido Donoso no es más que uno entre muchos, abandonar la práctica de la literatura de imaginación y reemplazarla o por un silencio culpable o por una escritura referencial e instrumental. Escritura denotativa, militante, didáctica, que con la presunción de estar entregando un conocimiento válido acerca de la ‘verdad’ del mundo se aboca a dar testimonio y denunciar, a exhibir y repudiar. ‘Documental’ es el adjetivo que Méndez utiliza para nombrarla y lo mismo le he caracterizado en otro sitio como ‘representacional ingenua’, la de los convencidos de que ‘el lenguaje de la literatura no es diferente de otros lenguajes’, que por eso puede dar cuenta de lo real de la misma manera que ellos, y que se opone a la de los que por el contrario están seguros de que ‘el lenguaje literario es esencialmente diferente de los otros lenguajes y su ‘diferencia’, la ‘específica’ nada menos, consiste precisamente en el hecho de que eso que el lenguaje literario representa no se encuentra fuera de él’. Era una falsa disyuntiva, en mi opinión, en tanto el lenguaje de la literatura, el de la buena literatura, si bien es cierto que no nos entrega la realidad de una manera directa, tampoco deja de hacerlo, pues mediada, connotativa o metafóricamente, ‘nos remite al mundo real, lo que tiene que ser así porque de otra manera el texto literario se aleja parcial o absolutamente del horizonte de nuestra comprensión, esto es, nos resulta paulatinamente ininteligible’. Además, ‘la literatura es o puede ser el instrumento de una cierta verdad del mundo. Esa verdad no es ni puede ser la verdad (al menos, intencionalmente) verdadera del lenguaje cotidiano ni menos aún puede ser la de la ciencia, sino que es la verdad confusa de la que habló Kant o la verdad verosímil de la que hablaron Platón y Aristóteles”.