La metamorfosis de Narciso, de Salvador Dalí (el Narciso de Dalí)

A partir de

La metamorfosis de Narciso, de Salvador Dalí (el Narciso de Dalí)

Ese amor por uno mismo, que creemos encontrar en una imagen, fuera de nosotros, no está allí afuera, está primero, dentro de nosotros mismos.

“yo puedo llegar al surtidor

donde he visto súbitamente

la imagen tan amada

que llevaba grabada

en el fondo de mis entrañas

… cerrando los ojos

lo continuo a ver por transparencia”

Pero no, no es uno mismo, es otro, es otra, es

“la imagen tan amada

de Gala tan amada

horno que las totémicas guirnaldas

le sirven de adorno”

Es su amor por otro, por otra, fundida en la naturaleza, nunca es solamente uno mismo, nunca es solamente el amado, la amada, es esa fusión con todo, y a través de los tiempos

“Cuatro elementos obsesionan mi Gala

aire, agua, fuego y tierra

que corresponden a mi Gala

que conocí antes de nacer”

Y si es así, tan poco, tan insuficiente es cualquier amor

“En el fondo sin mañanas

el agua se vierte sin fin

en el surtido del jardín

donde he visto detalladamente

el rostro de mi Gala

tan poco amada”

Es el Narciso de T. S. Eliot, es la fatídica pretensión de ser algo más que solo un hombre. Es el Narciso de Salvador Dalí no la plenitud de un amor por uno mismo, si no la insuficiencia del amor por el amado, por la amada, por todo, a través de los tiempos, tan infinito que nuestros pequeños amores se hacen poco o nada.

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