Píldoras de la crítica. George Eliot, la belleza moral de la vida cotidiana. Harold Bloom

“George Eliot, quien siguió los dictados del poeta Wordsworth al revelar al menos una parte de la belleza moral de la vida cotidiana. La obra maestra de Eliot es Middlemarch [Mediados de marzo -Estudio de la vida de provincia], de la que me ocupé en El canon occidental. La obra favorita de la mayoría de los lectores después de Middlemarch es El molino sobre el Floss, y yo estoy de acuerdo. Pero como mi propósito es definir la individualidad específica del genio de Eliot, recurro mejor a Silas Marner: el tejedor de Raveloe, que leí y amé en mi infancia y que releo frecuentemente porque me conmueve la intensidad de la novela y agradezco siempre el final feliz. A mi edad, acepto los finales infelices en las tragedias shakespearianas, en Flaubert y en Tolstoi, pero los rehuyo en obras menores. Son sus creadores quienes dan muerte a Desdémona, Cordelia, Emma Bovary y Anna Karenina y nosotros debemos absorber la grandeza de la pérdida. Quizás estas muertes nos ayuden a soportar mejor las otras, las muertes terribles de nuestros amigos y amantes, de nuestros familiares, y a contemplar con más estoicismo nuestra propia decadencia …

… Shakespeare, muchas de cuyas cualidades -entre las cuales, el dominio del diálogo dramático- ella comparte. También aprendió de Shakespeare a distanciarse de lo patético cuando este es sobrecogedor, como lo es al final de Silas Marner, que siempre me deja lloroso …

… su precisión en el diálogo y en su economía moral a la hora de repre­sentar los afectos del corazón. Con un solo paso en falso retórico la escena toda caería en el abismo de la sensiblería; pero Eliot, consciente del peligro, escribe con la simplicidad aplastante y la exactitud de Wordsworth y lo hace soberbiamente …

La autoridad moral —comoquiera que la consideremos- suele mezclarse mal con la fortaleza estética, y en este sentido George Eliot es única, sobre todo si tenemos en cuenta que Isaías, Platón, Wordsworth y Tolstoi confiaron, todos, en sus creencias trascendentales mientras que ella prescindió de Dios y de la inmortalidad, considerándolos ilusiones. Keats no estaba interesado en enseñarnos a tomar decisiones morales porque sólo creía en la santidad del afecto de corazón y en la verdad de la imaginación. Las creencias de George Eliot se asemejan al humanismo naturalista de Keats, pero ella además era una sabia que componía narraciones llenas de sapiencia. Cuando la erudita y valerosa Mary Ann Evans se convirtió en George Eliot, adoptó una máscara que ya era su daimón, la otredad de su genio sutil”.

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