
Píldoras de la crítica. Dostoyevski, el Shakespeare de los novelistas. Harold Bloom
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
“El protagonista de Memorias del subsuelo es un narrador-monologuista, el hombre del subsuelo, a quien ningún lector puede querer u olvidar. El poder de este protagonista radica en el hecho de que nos contamina: habla por nosotros y a nuestro masoquismo universal, y nos preocupa que verdaderamente compartamos su desamor.
Podríamos decir que Dostoievski es el genio de la contaminación. Lo leo y me estremezco. Su oscurantismo, que él llama cristianismo ruso, incluye la adoración de la tiranía, el odio hacia Estados Unidos y todo lo democrático, y un antisemitismo profundo y malsano. Desprecia el terrorismo nihilista pero apoya el terrorismo de Estado del Imperio ruso y de su Iglesia.
Y sin embargo Dostoievski es indispensable: sus sátiras, junto con las de Jonathan Swift, denuncian nuestro egoísmo, nuestra crueldad, nuestras hipocresías y, sobre todo, la paralizante conciencia de nosotros mismos.
Al reconocer al hombre del subsuelo en nosotros mismos, habremos cambiado para siempre. El tratamiento que le da a Liza es una denuncia tan vivida del resentimiento masculino y del temor hacia las mujeres que nos devuelve a Shakespeare, en donde Otelo cede tan fácilmente ante un Yago que habla en nombre de lo que ya es Otelo.
Dostoievski, ávido aprendiz de Shakespeare, bien podría ser considerado el Shakespeare de los novelistas, en la medida en que sus grandes personajes vibran con esa energía de conciencia que reconocemos como shakespeariana. El hombre del subsuelo es su propio Yago, excepto que Yago es incapaz de sentir vergüenza. Esa última lección ni siquiera Shakespeare hubiese podido enseñársela a Dostoievski”.