
A partir de
Sobredosis, de Alberto Fuguet
De Sobredosis, elijo la de “Deambulando por la orilla oscura”, porque todos los que siguen lo hacen.
No importa que el Macana allá estado internado y que “esa clínica le lavó el cerebro. Lo dejaron lerdo”. Es circunstancial.
Decidió “un duelo”.
Fue de día. Sacó su cuchillo. Lo mató al Yuko.
Tampoco importa si odiaba esa vida de mall “puras papas fritas y pinchazos, comida rápida taquilla pura, amistad en polvo”.
Tampoco importa que sintiera que “todo lo parecía inútil”.
Y al contrario, al instante, que sintiera que “era justamente alguien como él lo que esos tipos llenos de colores necesitaban: un héroe, un huevón dispuesto a todo”.
Ni importa que “sintió que lo seguían … lo acechaban”.
Ni que, escapando de los dos guardias terminara saltando al vacío.
Nada importa. “Como si nada le importara realmente, como si todo fuera una vieja película que ya no le interesaba volver a ver”.
¿O sí importaba? ¿No era realmente un “como si” nada le importara?