Píldoras de la crítica. El genio en la literatura. Harold Bloom

Píldoras de la crítica. El genio en la literatura. Harold Bloom

(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)

“Todo parece indicar que ahora vacilan quienes desestimaron el genio como un fetiche del siglo XVIII …

Las mismas fuerzas sociales, económicas y culturales producen simultáneamente obras inmortales y obras que no trascienden su propia época. Thomas Middleton, Philip Massinger y George Chapman compartieron los mismos recursos culturales que supuestamente modelaron Hamlet y El rey Lear. Las mejores 25 (de 39) piezas de Shakespeare son obras maestras.

Dado que no sabemos cómo más explicar a Shakespeare (o a Dante, o a Cervantes, o a Goethe, o a Walt Whitman), ¿qué podría ser mejor que retomar el estudio del antiguo concepto de genio? El talento no puede ser original, el genio debe serlo …

A mi juicio, el genio es idiosincrásico y enormemente arbitrario y, en últimas, solitario. Es posible que un contemporáneo de Dante haya tenido exactamente la misma relación con la tradición y la misma educación y haya sentido un amor similar por otra Beatriz, pero sólo Dante escribió la Comedia …

… un atributo afín al significado romano original de ‘genio’ como una fuerza procreadora …

… … Valentino, el genio poético de los gnósticos alejandrinos. De Valentino al romántico francés Nerval y al inglés William Blake, pasando por Novalis, el poeta romántico alemán, el gnosticismo es indistinguible del genio imaginativo. Después de una vida de meditar sobre el gnosticismo, me atrevo a afirmar que este es, en la práctica, la religión de la literatura. Claro que hay poetas cristianos geniales que no son heréticos, desde John Donne hasta Gerard Manley Hopkins y el neocristiano T.S. Eliot. Y sin embargo los poetas más ambiciosos de la tradición romántica occidental, aquellos que han hecho de su propia poesía una religión, han sido gnósticos, desde Shelley y Víctor Hugo hasta William Butler Yeats y Rainer María Rilke.

Propongo una definición simplificadora de gnosticismo en la aprehensión del genio: es un conocimiento que libera la mente creativa de la teología, del pensamiento histórico, y de cualquier divinidad completamente distinta de lo que es más imaginativo en el yo. Un Dios escindido del yo más recóndito es el Dios verdugo, como lo llamó James Joyce, el Dios que origina la muerte. En su calidad de religión del genio literario, el gnosticismo repudia al Dios verdugo.

Hans Jonas, a quien considero el guía más incisivo del gnosticismo, dijo de los antiguos gnósticos que estos experimentaron “la intoxicación de lo primordial”. Recuerdo haberle replicado a Jonas, una persona vivamente brillante y genial, que él había descrito lo que los poetas tenaces siempre buscaban: libertad para el yo creativo, para la expansión de la conciencia de sí misma que la mente tiene …

… la cualidad absorbente del genio auténtico, que siempre tiene la capacidad de absorbernos a nosotros. Absorber quiere decir recibir algo como a través de los poros, atraer toda nuestra atención y nuestro interés, consumir enteramente …

… ¿Qué es lo que yo y muchos otros apreciamos en el genio? Hay una anotación en los Diarios de Emerson (octubre 27 de 1831) que siempre revolotea en mi memoria:

‘¡No se encuentra todo en nuestro interior, extrañamente! … ¿Alguna vez fueron instruidos por un hombre sabio y elocuente? Recuerden el momento: ¿Acaso las palabras que hicieron que se le helara la sangre, que hicieron que la sangre se le subiera a las mejillas, que lo hicieron temblar o lo deleitaron, acaso esas palabras no sonaron tan viejas como usted mismo? ¿No era más bien una verdad sabida desde antes?’…

Arde en mi interior: ‘¿Acaso no sonaron tan viejas como usted mismo?’.

El antiguo crítico Longino llamó al genio literario lo Sublime, y se dio cuenta de que funcionaba como una transferencia de poder del autor hacia el lector:

‘Al ser tocada por lo verdaderamente sublime, el alma se exalta naturalmente, se eleva hasta la orgullosa altura, se llena de júbilo y jactancia, como si ella misma hubiese creado esta cosa que ha oído’.

El genio literario es difícil de definir y depende de una lectura profunda para su verificación. El lector aprende a identificar lo que él o ella sienten como una grandeza que se puede agregar al yo sin violar su integridad … el hallazgo de lo extraordinario en un libro -ya sea en la Biblia, en Platón o en Shakespeare, en Dante o en Proust- siempre será beneficioso casi sin costo alguno. El genio en su expresión escrita es el mejor camino para alcanzar la sabiduría, y yo creo que en ello radica la verdadera utilidad de la literatura para la vida.

… El genio muerto está más vivo que nosotros, así como Falstaff y Hamlet son mucho más vitales que muchas personas que conozco. La vitalidad es la medida del genio literario. Leemos en busca de más vida y sólo el genio nos la puede proveer …

… Isaac D ’Israeli afirma que ‘es necesario que muchos hombres de genio surjan, antes de que un hombre de genio en particular pueda aparecer’. Todos los genios tienen antecesores, aunque si llegamos lo suficientemente lejos en el pasado quizás no sepamos quiénes fueron …

L a palabra ‘genio’ tiene dos significados antiguos (romanos) que se diferencian en el énfasis. El uno es engendrar, hacer nacer, ser, en suma, un pater familias. El otro se refiere al espíritu tutelar de cada persona, de cada lugar: un genio bueno, o uno maligno, es aquel que, para bien o para mal, ejerce una poderosa influencia sobre alguien más. Este segundo significado ha sido más importante que el primero; nuestro genio es, por tanto, nuestra vocación o nuestro talento natural, nuestro poder intelectual o imaginativo congénito, más que nuestro poder para engendrar poder en otros.

Todos hemos aprendido a diferenciar, con firmeza y decisión, entre el genio y el talento. Clásicamente el ‘talento’ se refería al peso o a una suma de dinero y por tanto, sin importar cuán grande, era necesariamente limitado.

Pero el ‘genio’, incluso en sus orígenes lingüísticos, no tiene límite.

Hoy en día existe la tendencia a considerar que el genio, a diferencia del talento, es la capacidad creativa …

… se engendra invariablemente gracias al estímulo del genio previo más que por los contextos culturales y políticos …

… continúan siendo esenciales. ¿Esenciales para qué? Para conocemos a nosotros mismos en relación con los otros, pues estos muertos poderosos pertenecen a la otredad que podemos conocer, como nos lo cuenta Emerson en Hombres representativos: ‘No debemos, pues, temer un exceso de influencia. Podemos tener más amplia confianza. Servid a los grandes’. Y sin embargo esta es la conclusión de su libro: ‘El mundo es joven: los grandes hombres del pasado nos llaman así afectuosamente. También nosotros deberemos escribir Biblias para unir de nuevo los cielos y el mundo terrenal. El secreto del genio consiste en no sufrir que exista ninguna ficción para nosotros; en verificar todo lo que sabemos’ …

… Walter Pater hace énfasis en el hecho de que el ‘crítico estético’ (y ‘estético’ en este caso quiere decir ‘perceptivo’) identifica al genio en todas las épocas:

En todas las épocas hubo obreros excelentes y se crearon obras excelentes. Su pregunta es siempre: ¿en qué se encarnaban la inquietud, el genio, el sentimiento de la época?; ¿dónde estaba el receptáculo de su refinamiento, de su elevación, de su gusto? ‘Todas las épocas son iguales -dice William Blake-, pero el genio está siempre sobre su época’.

 Blake, genio visionario casi sin par, es un magnífico guía a la independencia relativa que el genio manifiesta en relación con su época: ‘El genio está siempre sobre su época’ …

Para Emerson, el genio era el Dios interior, el yo de ‘la confianza en sí mismo’. Por tanto ese yo, en Emerson, no está constituido por la historia o la sociedad, por los lenguajes. Es un yo aborigen. Yo estoy completamente de acuerdo …

Nuestro reconocimiento del genio siempre es retroactivo, ¿pero en qué momento se reconoce el genio a sí mismo por primera vez?

 L a respuesta antigua es que hay un dios en nuestro interior y el dios habla … El genio necesariamente invoca lo trascendental y lo extraordinario porque es plenamente consciente de ellos. Es la conciencia lo que define el genio: la conciencia de Shakespeare, como la de su propio Hamlet, nos sobrepasa, excede el nivel más alto de conciencia al que accederíamos de no conocerlo …

Aunque la de Shakespeare es la más inmensa conciencia estudiada en este libro, todas las otras mentes creativas ejemplares han hecho contribuciones a la conciencia de sus lectores y oyentes. La cuestión que habría que plantearles a todos los escritores sería la siguiente: ¿Han engrandecido nuestra conciencia y cómo lo han hecho? Creo que esta es una prueba tosca pero eficaz: ¿Se ha intensificado mi percepción y se ha ampliado y aclarado mi conciencia mientras se me divertía de una u otra forma? Si no fue así, me topé con el talento pero no con el genio. No se ha activado lo mejor y lo más antiguo en mí mismo”.

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Más adelante, y apoyándose en su admirado Samuel Johnson, a quien cita:

“‘…dado que el genio, como quiera que sea, es como el fuego en el pedernal, que sólo se puede producir en colisión con el tema apropiado, es asunto de cada hombre averiguar si sus facultades no cooperarían felizmente con sus deseos, y teniendo en cuenta que aquellos cuya eficiencia él admira sólo llegaron a conocer su propia fuerza por el resultado, debe aplicarse al mismo esfuerzo, con el mismo espíritu, y puede razonablemente esperar el mismo éxito’.

Samuel Johnson, que sigue siendo el más grande de todos los críticos literarios, nos urge a que busquemos el tema apropiado, el único que logrará que nuestro genio se encienda. En una carta a su biógrafo, Boswell, en 1763, amplió este principio de ambición estética e individual:

‘Es posible que en todos los corazones conocidos anide el deseo de distinción que hace que un hombre se vuelva primero hacia la esperanza y después hacia el deseo de que la Naturaleza lo haya dotado con algo peculiar. Esta vanidad lleva a un intelecto a alimentar aversiones y a otro a llevar a cabo sus deseos hasta que el arte los eleva muy por encima de su estado de poder original y dado que con el tiempo la afectación se compone tornándose hábito, al final tiranizan a aquel que al comienzo los estimuló para que surgieran’» …

Para Johnson el término ‘genio’ es más amplio que la definición que le dio en su famoso diccionario. La originalidad poética se encuentra en el centro mismo de su visión del genio, pero es una originalidad que surge antitéticamente, en competencia con los logros pasados, con los grandes poetas que se resisten a morir y a quienes es necesario resarcir”.

También: “En The Rambler N° 125, Johnson afirma que ‘cada nuevo genio produce alguna innovación que subvierte las prácticas establecidas por los autores que lo precedieron, una vez que ha sido inventada y aprobada’ … los planteamientos johnsonianos de la invención o de la frescura perpetua, la originalidad que no puede ser desechada como un estilo propio de la época”.

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Después va a Thomas Mann, pasando por Goethe, en lo que parece reducir el genio a algo que se rechaza y se requiere: “Mann (que estaba por cumplir ochenta años) empezó citando la última carta del poeta de 83 años [Goethe] a su amigo Wilhelm von Humboldt, un distinguido filólogo:

‘El mejor genio es aquel que lo absorbe todo, que es capaz de apropiarse de todo sin que ello vaya en detrimento de su disposición subyacente, de eso que llamamos carácter. Lo que viene del exterior más bien debe mejorarlo y aumentar su potencial hasta donde sea posible’.

Comentando al respecto, Mann habla de un ‘espléndido narcisismo’ y cita la alabanza que hace Goethe de la personalidad como ‘la felicidad suprema del hombre mortal’”.

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Con Kierkegaard nos trae una poderosa imagen: “Maestro de todas las ironías, Kierkegaard comparó a los genios con la tormenta:

‘Los genios son como la tormenta, van contra el viento, aterrorizan a la gente, limpian el aire’”.

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Con Wallace Stevens, “su genio, lo cual quiere decir, en su caso, del poder de su postura estética”.

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Aunque:

“Si el genio es un don puro, como creo que es, la disciplina necesaria para darle una forma permanente exige, no obstante, el ejercicio de la voluntad estética”.

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