JOB EN ELIE WIESEL. Existencia y atributos

JOB EN ELIE WIESEL. Existencia y atributos

Birkenau

“… de un foso subían llamas, llamas gigantescas. Estaban quemando algo. Un camión se acercó al foso y descargó su carga: eran niños. ¡Eran bebés! Sí, los vi, con mis propios ojos los vi… Niños entre las llamas … Alguien se puso a recitar el Kadish, la oración de los muertos. No sé si ya ha ocurrido, en la larga historia del pueblo judío, que los hombres reciten la oración de los muertos para sí mismos … Me encontraba ante al Ángel de la muerte”.

Auschwitz

“Caminamos. Puertas que se abrían y se cerraban. Continuábamos caminando entre las alambradas electrificadas. A cada paso, un cartel blanco con un cráneo negro que nos miraba. Una inscripción: ¡ATENCIÓN! PELIGRO DE MUERTE. Qué burla: ¿había aquí un solo sitio en que no se estuviera en peligro de muerte?”

“… agujas en mano, nos grabaron un número en el brazo izquierdo. Yo me convertí en A-7713. En adelante no tendría otro nombre”.

Job

“De noche, acostados en nuestras literas, tratábamos de cantar algunas melodías jasídicas y Akiba Drumer nos destrozaba el corazón con su voz grave y profunda. Algunos hablaban de Dios, de sus voces misteriosas, de los pecados del pueblo judío y de la liberación futura. Pero, yo había dejado de rezar. ¡Estaba con Job! No había renegado de Su existencia pero dudaba de Su justicia absoluta”.

***

“Yo era tímido y sentía vergüenza. Así va el mundo; no es a los verdugos sino a sus víctimas a quienes tortura la vergüenza. La gran vergüenza de haber sido elegidos por el destino. El hombre prefiere poner en su haber todos los pecados y crímenes imaginables antes que llegar a la conclusión de que Dios puede permitir las más flagrantes injusticias. Todavía hoy enrojezco cada vez que pienso en qué forma Dios se burla del ser humano, su juguete favorito … Sí, Dios tiene necesidad del hombre. Condenado a eterna soledad, hizo al hombre únicamente para que le sirva de juguete, para que lo haga reír. Eso es lo que filósofos y poetas se negaron a admitir: en el comienzo no fue el Verbo, ni el Amor; fue la risa, la gran risa eterna cuyos ecos son más engañosos que los espejismos del desierto”.

[¿Pero qué es, en nosotros, de una existencia sin sus atributos?]

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