JOB EN NORTHROPE FRYE. El chivo expiatorio

JOB EN NORTHROPE FRYE. El chivo expiatorio

El modo irónico que asume la tragedia doméstica moderna en la evolución de la literatura occidental, da un tipo de héroe que podemos remontar a milenios anteriores.

“De este modo, la figura de la víctima típica o casual comienza a cristalizarse en la tragedia doméstica a medida que va cobrando profundidad su tono irónico.

Podemos llamar a esta víctima típica el pharmakos o chivo expiatorio.

Nos topamos con la figura del pharmakos en Hester Prynne, de Hawthorne, en Billy Budd, de Melville, en Tess, de Hardy, en Septimus, de Mrs. Dalloway, en historias de judíos y de negros perseguidos, en historias de artistas cuyo genio los convierte en parias de la sociedad burguesa.

El pharmakos no es inocente ni culpable. Es inocente en el sentido de que lo que le acontece es mucho más grave que cualquier cosa que pudiese provocar lo que él haya hecho, como el escalador cuyo grito ocasiona una avalancha. Es culpable en el sentido de que es miembro de una sociedad culpable o habitante de un mundo en el que tales injusticias son parte inevitable de la existencia. Los dos hechos no llegan a juntarse; permanecen irónicamente aparte.

  • El pharmakos, en resumidas cuentas, se encuentra en la situación de Job. Job puede defenderse contra la acusación de haber cometido algo que haga que su catástrofe sea moralmente inteligible; pero el éxito de su defensa la hace moralmente ininteligible”.

Y sigue:

“Así pues, lo incongruente y lo inevitable, que se combinan en la tragedia, se separan en polos opuestos de ironía. En un polo está la ironía inevitable de la vida humana. Lo que le acontece, por ejemplo, al héroe del Proceso, de Kafka, no es el resultado de lo que él ha hecho sino la finalidad de lo que él es: un ser ‘demasiado humano’.

El arquetipo de lo irónico inevitable es Adán: naturaleza humana bajo sentencia de muerte. En el otro polo está la ironía incongruente de la vida humana, en la que todo intento de culpabilizar a una víctima otorga a dicha víctima algo de la dignidad de la inocencia.

El arquetipo de lo irónico incongruente es Cristo, la víctima perfectamente inocente a quien se excluye de la sociedad humana.

Entre los dos se encuentra la figura central de la tragedia, que es humana y, no obstante, de una estatura heroica que a menudo tiene en sí visos de divinidad. Su arquetipo es Prometeo, el titán inmortal, a quien rechazan los dioses por su amistad con los hombres.

  • El Libro de Job no es una tragedia de tipo prometeico, sino una ironía trágica en la que se despliega la dialéctica de la naturaleza divina y humana. Al justificarse a sí mismo como víctima de Dios, Job trata de convertirse en una figura trágica prometeica, pero no lo logra.

Estas referencias pueden contribuir a explicar algo de lo que de otro modo sería un hecho enigmático de la literatura moderna. La ironía desciende del mimético bajo: comienza en el realismo y la observación desapasionada. Pero a medida que así lo hace, se desplaza lentamente hacia el mito y vuelven a aparecer en ella velados perfiles de ritos sacrificatorios y de dioses que mueren.

Esta reaparición del mito en lo irónico es particularmente clara en Kafka y en Joyce.

  • En Kafka, cuya obra, desde cierto punto de vista, puede considerarse como una serie de comentarios sobre el Libro de Job, los tipos contemporáneos comunes de la ironía trágica, el judío, el artista, el común de las gentes y una especie de sombrío payaso chaplinesco, se encuentran todos; y la mayoría de estos elementos se combinan en el Shem, de Joyce.

Con todo, el mito irónico es harto frecuente en otras obras y muchas características de la literatura irónica sin él son ininteligibles”.

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