
“La serie Mujeres de De Kooning provocó un gran revuelo en la galería de Sidney Janis en 1953. Clement Greenberg se refirió a esos cuadros como «disecciones salvajes». Otro crítico los consideró «un salvaje drama sadomasoquista de la pintura como una clase de coito». Salvaje parece ser la palabra clave. Los lienzos todavía perturban a los espectadores … El shock del espectador no lo provocan los vigorosos brochazos en relación con la figura sino su percepción inmediata de alguien con rostro, una mujer monstruosa que tan pronto sonríe como gruñe en un lienzo compuesto de pinceladas que crean una ilusión de movimiento agitado. Y ella parece loca.
¿Qué estoy viendo? Las mujeres son grandes, aterradoras y dementes. Casi todas están sonriendo. La boca sonriente de Mujer II está cortada del resto de su rostro. Tiene unos ojos enormes (como un personaje de dibujos animados), los pechos voluminosos, los brazos rollizos y los muslos abiertos … Sus manos se asemejan a zarpas, garras o cuchillos … Una mano está cerca de lo que debería ser su sexo. No se ven los genitales. ¿Se está masturbando? Los contornos de su cuerpo están poco definidos, la figura y el suelo se confunden. Ella se fusiona con el entorno. Los colores son complejos. Los rojos, los rosas y los naranjas predominan en y cerca del cuerpo. Tiene la garganta rajada por rojo, rosa y blanco. Es una mujer salvaje que no puede estarse quieta. Después de mirarla durante un rato, me da menos miedo. Se vuelve más cómica. Se la ve bien de lado, incluso boca abajo. Es una mujer de carnaval sexuada, electrizada, corpulenta. Mujer III tiene un pene, una erección negro grisácea justo en la entrepierna … ¿La mujer que impacienta a De Kooning? ¿El hombre que hay en cada mujer? ¿Una imagen del acoplamiento heterosexual? ¿Un toque del homoerotismo del que De Kooning se defendió? ¿El hombre femenino? ¿Géneros que se mezclan y se combinan? ¿Todo lo mencionado más arriba?
Las mujeres de esta serie son mucho más fieras que las que ha habido antes o después. Contemplen a la persona sonriente y bobalicona, con las piernas abiertas, de La visita. Casi puede oírse su risa, pero ella no inspira miedo, ni temor ni shock. Mujer II es potente, fértil y violenta en potencia. Kristeva escribió: «Una de las representaciones más exactas de la creación, es decir, de la práctica artística, es la serie de pinturas de De Kooning titulada Mujeres: criaturas salvajes, explosivas, divertidas e inaccesibles a pesar de que han sido masacradas por el artista. Pero ¿y si hubieran sido creadas por una mujer? Obviamente ella tendría que lidiar con su propia madre y, por lo tanto, consigo misma, lo que resulta mucho menos divertido». Kristeva reconoce el poder de las obras de De Kooning y se pregunta qué habría sucedido si el artista hubiera sido una mujer. Una mujer, según ella, debería identificarse con la mujer que su madre y ella misma son. ¿Esta identificación se convierte en una especie de duelo que impide la comedia? ¿Debemos preguntarnos: «¿Ella es o no es Yo?»? ¿O lo uno o lo otro? La madre es poderosa y, en su poder, infunde terror a los niños y las niñas. Todos, niños y niñas, tienen que separarse de su madre, pero los niños pueden utilizar su diferencia para alejarse de esa dependencia de una forma en que las niñas a menudo no pueden. Para Kristeva, la identificación sexual complica las imágenes de De Kooning. En la biografía que escribieron sobre De Kooning, Mark Stevens y Annalyn Swan cuentan el último encuentro del artista con su madre en Ámsterdam poco antes de que esta muriera. Describió a su madre como «un viejo pájaro tembloroso». Y cuando la dejó, dijo: «Esta es la persona a la que más he temido en el mundo». Cornelia Lassooy pegaba a su hijo cuando era niño”.