La modernidad generativa. Arte en la época de la reproductibilidad digital. ¿Cuál es el nuevo aura? Notas, I

Imagen generada con Chat GPT1

Acaso sea una función del arte, así como del pensamiento en general, atribuir un sentido, dar un orden al caos de lo real; que siempre es provisorio y siempre renueva sus esfuerzos. En tiempos, ¿ya una época entera?, “líquidos”, en los que “todo lo sólido se desvanece en el aire”, esta amplia función sea más urgente, y en períodos de transición histórica -acaso este sea una con la irrupción de la Inteligencia Artificial y la amenaza de una catástrofe ambiental-, esto se intensifique. Hoy la incertidumbre abarca eras enteras -el antropoceno- e incluso la perdurabilidad incluso de la misma especie humana tal como la conocemos (debatible sí, sin embargo, está en las distópicas ambiciones del transhumanismo, y en los resguardos que especialistas en Derechos Humanos se apresuran en tomar). Es materia controvertida, pero la Inteligencia Artificial la devela en algo que es por el momento un detalle: la discusión de introducir en la producción de objetivos artísticos, el sello “made by human”. Todos los objetos artísticos hechos por el ser humano parecieran verse amenazados: podemos generar en segundos la versión Klimt de un Van Gogh, la versión Van Gogh de un Leonardo, y así sucesivamente. Belleza, novedad y creación al alcance de un click. Puede crearse enteramente una novela, y en el estilo que elijamos, en breves instantes al alcance de otro click.

Se dice que la Inteligencia Artificial, no tiene nada de inteligente ni nada de artificial: crea a través de la recomposición de anteriores creaciones, hechas por humanos. Cierto, pero da algo nuevo y distinto. Se dice que contiene sesgos, que son propios de los humanos que la alimentan con la generación masiva de contenido que pasan a ser los datos, la materia prima que utiliza la Inteligencia Artificial. Cierto, pero sigue dando algo otro, nuevo, distinto. Acaso como el Hamlet de Shakespeare que no es el Amleth del cuento francés de Belleforest, o el Hamlet de Saxo Grammaticus, o el improbable de Thomas Kyd.  

Si en la “época de la reproductibilidad técnica” se veía amenaza el “aura” de las obras de arte, en la época de la reproductibilidad digital, la modernidad generativa, se vea amenazada la especificidad humana en la producción de obras de arte. Y obligue a preguntarse en qué consiste ésta.

***

Una tecnología específica, es un vector de una revolución tecnológica, de las transformaciones sociales que las comprenden; en este tiempo, la Inteligencia Artificial.

Todo parece ponerse en cuestión. Si cambia, por la vía del desplazamiento, el modo de producción. Sin embargo, nuevos medios, digitales, persiguen iguales fines: la generación de ganancias a costa del trabajo. De un modo diferente: las empresas digitales que trabajan con datos y en muchos casos o crecientemente sin trabajadores, no pueden prescindir de las empresas que producen “cosas”: habrá transferencia de la creación de valor de unas a otras. Si cambian los sujetos sociales. El FMI estima afectará al 40% del empleo global, Goldman Sachs calculó que 300 millones de puestos de trabajo a jornada completa en Estados Unidos y Europa podrían ser automatizados en los próximos 10 años. Nuevas metamorfosis en el trabajo se preanuncian. Y en los dueños de las empresas. Que a su vez disputan y se integran de otros modos con el Estado. La disputa entre la empresa X de Elon Musk y Brasil lo muestra; así como la detención del dueño de Telegram; así como los esfuerzos de regulación de empresas como Google o sobre el desarrollo de la IA. Hay algo más, que hace a la nueva geopolítica de la IA: las naciones desarrolladoras, Estados Unidos, Europa, China, y el resto del mundo de un lado. En el mismo sentido, el desarrollo de nuevas desigualdades: la brecha digital: aquellos que tienen acceso, o acceso limitado al uso gratuito, y los que directamente no lo tienen. La necesidad de recuperar otra vez la categoría de totalidad se requiere para pensar las profundas transformaciones en curso.

Transformaciones que, como decíamos, parecen amenazantes. Y que, en una dimensión de la vida humana, la de la creación artística, parecen representar un antes y un después.

***

¿Por qué fracasa Pierre Menard? No porque no pueda escribir línea a línea el Quijote quinientos o cuatrocientos años después, sino porque este contemporáneo Quijote no puede reproducir ni el espíritu de la época del original, ni el de la propia. Hay algo que se le escapa.

“El aquí y el ahora” de Walter Benjamin, la autenticidad de la obra de arte, su “existencia irrepetible en el lugar en que se encuentra”, como “cifra de todo lo que desde el origen puede transmitirse”: su aura, se atrofia, “en la época de la reproductibilidad técnica”. Reproducible, o destinada a la reproducción, la obra de arte perderá su “halo de autonomía”. Tanto como el artista: todos pueden ser escritores o pintores en algún momento. Hoy puedo yo recrear un Leonardo como si fuera (un) Van Gogh. Acaso, con alguna herramienta de IA, y un prompt adecuado, una novela en la que “todas las familias dichosas se parecen, y las desgraciadas lo son cada una a su manera”, pero en la Ucrania invadida por la Rusia de Putin. No pasa de un juego. Una exacerbación del formalismo. Que no requiere ni del ejercicio, ni del aprendizaje, ni del ensayo y error del borrador, ni menos aún del esfuerzo sostenido. Sin embargo, con el tiempo, el perfeccionamiento de las herramientas de IA, de su uso por las personas, podría dar grandes obras de arte. La recomposición, por así seguir llamándola, es parte, en parte, de la historia del arte. Nos lo recuerdan Sigman y Bilinkis en Artificial. La nueva inteligencia y el contorno de lo humano: “No hay un solo artista que no haya creado en base al legado de sus predecesores”. Sin embargo, esto sería un salto cualitativo, y hasta podría dar el fenómeno de obras de arte sin artistas; probablemente cercano a la pretensión estructuralista o post- estructuralista.

 Y nos lleva de nuevo al punto: ¿qué será lo “made by human”, más allá de lo obvio de realizado por seres humanos; qué lo específicamente humano concentrado en la creación de una obra de arte? Y con ello, ¿qué una obra de arte?

***

La imaginación. Una de las características propias de una obra de arte. Un, ya a estas alturas, antiguo texto de la sociología, La imaginación sociológica de C. Wright Mills, la definía, y creo es generalizable a las obras de arte como el resultado de reunir “cosas hasta entonces aisladas y describir entre ellas relaciones inesperadas”. Y esto -de un modo mecánico sí, al menos por ahora- también podría resultar de la puesta en marcha de la IA para crear una obra de arte, y dar un producto enteramente nuevo, siguiendo aquí con lo ya mencionado más arriba. Podríamos hablar de una especie de “imaginación digital” de la capacidad imaginativa -de nuevo: de manera mecánica- de la IA.

Debemos seguir indagando.

***

Un resultado de la creación de una obra de arte, es la atribución de un orden al caos del mundo; una reducción de la complejidad. Por este modo, y de la mano con el goce estético, un modo de entender el mundo, de intentar entender el mundo. Robert Louis Stevenson nos decía que “la vida es monstruosa, infinita, ilógica, abrupta e intensa; una obra de arte, en cambio, es nítida, finita, independiente, racional, fluida y castrada”, y por el mismo camino Vargas Llosa, también Borges y tantos otros, que “la realidad es caótica. No tiene ningún orden. En cambio, cuando pasa a la novela sí tiene un orden. Y cuanto más rigurosa sea la construcción de la novela, mejor será la comprensión del mundo que evoca”. También la IA, en la medida que vaya produciendo, creando, obras de arte, logrará con esas obras introducir un orden en el caos de la realidad.

Sigamos indagando.

***

Los estilos son, en general, la manera a la vez personal e histórica, de concentrar en un modo de representar -con la literatura, la pintura, la escultura, la música- el espíritu de su tiempo. También la IA podría replicarlos; también, resultar en uno nuevo al combinarlos “imaginativamente”.

Sigamos indagando.

***

Si Walter Benjamin encontraba en el aura la cifra de la tradición que la obra de arte auténtica contenía, debemos preguntarnos, dado este repaso algo apretado, en qué consiste el aura de la obra de arte en la época de la reproductibilidad digital, en la modernidad generativa.

***

Distintos avatares, sucesos acaecidos a lo largos del tiempo: el despliegue progresivo de lo específicamente humano a través de los siglos y los milenios, separándose el ser humano de la naturaleza, creando una “segunda naturaleza”, la humana; el despliegue de su capacidad creadora; la adquisición del lenguaje; las querellas a lo largo del siglo entre distintas, y opuestas, y contradictorias, concepciones de la vida; estás, decíamos, y otros sucesos, han sepultado dos fuentes del aura de la obra de arte -ya no la originalidad motora de la tradición de Benjamin- sino acaso una más primordial.

***

Querellas intensas, probablemente necesarias, pero pasajeras al fin, por un lado; el propio mito de la creación artística por otro lado: recordemos a Homero iniciando su Odisea: “Musa, dime…” y sigue: “Musa, dime del hábil varón que en su largo extravío…”, retomado después por el Romanticismo y el valor de la inspiración y la casi sustitución que la acompaña de la idea de lo bello por la idea de lo sublime; la propia “historia interna” de la creación artística en la que alcanza su autonomía como producto humano, y que Bourdieu arrastrará al lodo de las rivalidades al desnudar la más inmediata construcción, o “emergentes” diría otra socióloga, Margaret Archer, de los “campos” en el que los artistas intentan borrar toda huella de sus orígenes, ambiciones, mezquindades, y se sitúan para alcanzar sus fines.

Todo esto: querellas, mitos, historia interna, han borrado un origen primordial de todo producto humano, incluyendo el de la excelsa creación artística: el trabajo.

Que un pensador caído en este derrotero, Engels, en su El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre, afirmaba tajante al inicio: “El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman los especialistas en Economía Política. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza. Pero el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre … Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada…”. Su amigo, Marx, en El Capital, y ya con el despliegue de aquel acto que destacaba Engels, agrega algo más: “Concebimos el trabajo bajo una forma en la cual pertenece exclusivamente al hombre. Una araña ejecuta operaciones que recuerdan las del tejedor, y una abeja avergonzaría, por la construcción de las celdillas de su panal, a más de un maestro albañil. Pero lo que distingue ventajosamente al peor maestro albañil de la mejor abeja es que el primero ha moldeado la celdilla en su cabeza antes de construirla en la cera. Al consumarse el proceso de trabajo surge un resultado que antes del comienzo de aquél ya existía en la imaginación del obrero, o sea, idealmente”. El trabajo sí, en su forma más pura y dura. Después Bourdieu nos hablará de la constitución del campo, en este caso el artístico y sus meandros: “la constitución de un campo autónomo que reivindique el derecho a definir él mismo los principios de su legitimidad”, por ejemplo: “el arte por el arte”, el desinterés de la creación, de modo de acumular capital simbólico que después pueda traducir en capital económico (ya hoy este paso de ocultamiento, conciente o no, suele omitirse directamente).

***

Balzac. Es una imagen, claro; pero concentra en una figura esto que decíamos más arriba. Nos cuenta Andre Maurois en su Balzac: “más que cualquier otro era insaciable. Tras una novela, diez novelas … En cuanto precisaba el éxtasis de la creación, el sibarita se transformaba en un recluso: ‘No he abandonado -escribe a Zulma Carraud- el escritorio en un mes, y en él he lanzado mi vida como un alquimista lanza su poro en un crisol’. ‘Vivo bajo el más duro de los despotismo, el que se aplica a uno mismo. Trabajo noche y día … Ningún placer… Soy un forzado de la pluma y de la tinta, un auténtico mercader de ideas’. Cuando Balzac se acuesta a la seis de la tarde, hace que le despierten a medianoche, luego escribe doce o quince horas … El hecho de que hable tanto de sus contratos y de sus ganancias no significa que ganar dinero sea el objeto esencial de su trabajo. Sus interminables correcciones de pruebas, sus enormes añadidos, sus cambios, muestran un artista tan exigente como el más severo”.

El trabajo, el duro trabajo; un galeote, un obrero de la pluma: no solo hay proletarización -distinguida- del trabajo intelectual por la mercantilización con la industria cultural, sino reducción a lo primordial que decíamos.

***

Miguel Ángel. El Papa Julio II le encargó su tumba. Miguel Ángel la concibió, en su estilo, grandiosa. Pero no sólo eso. Nos cuenta Giovanni Papini en su Miguel Ángel que, “en abril de 1505 regresó a Florencia, donde Alamanno Salviati le pagó, por cuenta del Papa, mil ducados, y partió inmediatamente para Carrara a hacer extraer los bloques de mármol. Pasó por aquellos montes ocho meses -de mayo a diciembre- con dos criados y una cabalgadura y sin recibir más que la comida, según el mismo Miguel Ángel refirió a Condivi. Durante todo aquel tiempo tuvo que contratar y entendérselas con las gentes de la Versilia, ásperas y duras como la comarca; con excavadores, canteros, muleros, carreteros y dueños de embarcaciones. Habría podido ahorrarse aquellos enojos y fatigas con solo confiar a otro el encargo de procurarse los mármoles necesarios para la sepultura; pero había en él -además del genio creador- el escrúpulo del artesano, y quería escoger para la gran obra los bloques que por su grano, color y dimensiones resultasen apropiados para las figuras que pensaba esculpir”.

El escrúpulo del artesano: el trabajo, el esfuerzo del trabajo en todas sus facetas.

***

Algunos artistas se han retratado en el acto de pintar. En el caso de las mujeres artistas, tiene además una especificidad que une la lucha por sus derechos a lo primordial del trabajo -artístico. Flavia Frigeri en Mujeres artistas nos lo relata: “La determinación de Artemisia de afirmar su papel como artista profesional puede considerarse un precedente de las luchas que protagonizaron las siguientes generaciones de mujeres artistas. En una carta a su mecenas Don Antonio Ruffo di Calabria, Gentileschi señaló lo siguiente: ‘Mientras viva, tendré control sobre mi ser’, y esa es precisamente la regla por la que se guio hasta el final de su vida”.

El control sobre el propio ser, otro atributo de lo primordial del trabajo.

****

Si de la mano del trabajo surgió el lenguaje, de la mano del trabajo artístico surgirán sus atributos: escuelas, estilos, caracteres únicos de cada artista. Que el trabajo -sólo fuente primordial- posibilitará, y hará únicos.

Características que, con amor, admiración y grandeza, por ejemplo, en su Elogio de la lectura y la escritura -el discurso de recepción del Nóbel- Vargas Llosa describe, un ejemplo entre muchos otros posibles: “Flaubert me enseñó que el talento es una disciplina tenaz y una larga paciencia. Faulkner, que es la forma –la escritura y la estructura– lo que engrandece o empobrece los temas. Martorell, Cervantes, Dickens, Balzac, Tolstoi, Conrad, Thomas Mann, que el número y la ambición son tan importantes en una novela como la destreza estilística y la estrategia narrativa. Sartre, que las palabras son actos y que una novela, una obra de teatro, un ensayo, comprometidos con la actualidad y las mejores opciones, pueden cambiar el curso de la historia. Camus y Orwell, que una literatura desprovista de moral es inhumana y Malraux que el heroísmo y la épica cabían en la actualidad tanto como en el tiempo de los argonautas, la Odisea y la Ilíada”.

***

Las ideas -que guiaron y expresaron y transmitieron a sus generación y las que la siguieron- cada artista, como estas que rescata Vargas Llosa, son las de individuos y, a la vez, en consonancia o contradicción, las de su época. Guían el trabajo, como el último albañil a diferencia de la mejor abeja, en este caso el trabajo artístico.

***

En la época de la reproductibilidad digital, con la posibilidad de, con las herramientas de IA adecuadas y a medida que se potencien, recomponer infinitamente y -aunque mecánicamente-, alcanzar el resultado de crear una obra, es en el trabajo de creación artística que pueda estar la cifra del aura -digamos: lo específicamente humano en la creación artística- de la obra de arte en esta época de la modernidad generativa.

Hay otra fuente del aura todavía, irreductible a la Inteligencia Artificial, a la modernidad generativa.

***

“Lo inconciente, esto es, lo reprimido”, nos dice Freud en Más allá del principio del placer. Eso que ninguna instrucción de recomposición de las millares de obras artísticas podrá replicar nunca.

Buscando en Psicología de las masas trazar el “desarrollo psíquico de la Humanidad”, fija “el momento en que el individuo pasó desde la psicología colectiva a la psicología individual”, cuando la horda primitiva los hijos del padre que la procreó lo matan, se disuelve la horda, la sustituirá el matriarcado, hasta que los hombres reconstituyen sus jefaturas pero ya sobre sus familias, no sobre la horda, limitándose su poder unos por otros: debe afirmarse, su poder contra el de los otros, sus poderes contra el de las matriarcas -permítase esta relectura acorde a estos tiempos. “El descontento pudo decidir entonces a un individuo a separarse de la masa y asumir el papel de padre. El que hizo esto fue el primer poeta épico, y el progreso en cuestión no se realizó sino en su fantasía. Este poeta transformó la realidad en el sentido de sus deseos e inventó así el mito heroico. El héroe era aquel que sin auxilio ninguno había matado al padre, el cual aparece aun en el mito como un monstruo totémico. Así como el padre había sido el primer ideal del adolescente, el poeta creó ahora, con el héroe que aspira a suplantar al padre, el primer ideal del yo … la leyenda conserva huellas muy claras de la situación real, poéticamente desfigurada”.

No se trata, como pudieron considerar vanguardias artísticas como el surrealismo, de dar predominio a lo inconciente, lo irracional, como fuente de creación artística. En Análisis terminable e interminable, Freud sostiene que se trata de “reforzar el yo del paciente, sustituir por una solución correcta la inadecuada decisión hecha en la primera época de su vida”, de que “nos aliamos con el yo del paciente con el fin de dominar parte de su ello que se hayan incontroladas, es decir, de incluirlas en la síntesis de su yo”.

Más allá de esto, este poderoso fondo que es el inconsciente de cada persona, es otra fuente del aura -de lo específicamente humano- en la época de la reproductibilidad digital.

***

Y así como mencionábamos la correspondencia entre las ideas de los individuos y las de su época, podemos mencionar aquí también ese otro modo de dar cuenta de esas regiones oscuras de la vida humana.

Nos dice Karl Popper en La sociedad abierta y sus enemigos que “fue Sócrates quien ideó el concepto de alma, concepto que tuvo una influencia tan intensa en nuestra civilización … Sócrates parece haberse mantenido al margen, en lo posible, de las teorías metafísicas. Su influjo era de naturaleza moral y su teoría de la individualidad (o del ‘alma’ si se prefiere esa palabra) constituye, en mi opinión, no una doctrina metafísica sino moral. Lo que Sócrates combatía con ella era la autosatisfacción y la autocomplacencia. Así, exigía que el individualismo no fuera tan sólo la disolución del tribalismo, sino también que el individuo demostrase ser digno de su liberación. Es por ello que insistió tanto en que el hombre no era tan sólo una porción de carne, un cuerpo. Hay algo más en el hombre, esa chispa divina, la razón y el amor a la verdad, a los sentimientos de bondad y humanidad, el amor a la belleza y el bien”.

Dana Hart por su parte, aunque refiriéndose al concepto de “espíritu”, hermano del de alma, le contrapondrá la necesidad de recurrir a otros: “nudo”, por ejemplo, que dé cuenta de la materia y el movimiento, la acción digamos, que resguarde a su vez, de nuevas ataduras: la mujer como costilla del hombre; acaso nuevas metafísicas que puedan reducir la potencia humana -ayer a antiguos dioses, hoy, en el cada vez más desencantado mundo de Max Weber, a sustitutos tecnológicos y las distopías asociadas.

***

Dos fuentes entonces que nos permiten sostener que la IA, y toda la modernidad generativa que tiene a la IA como su reciente vector de transformación tecnológica, puede ser más un aliado que una amenaza para la creación artística de la humanidad.

Resta encontrarse con los resultados que el cambio de época que se advierte advendrá para el arte en general: sus temas, sus estilos, su crítica inmanente de lo existente.

——————————————-

  1. Se generó de manera sencilla, con un prompt sencillo, que muestra a la vez las potencialidades y límites de la IA, o esta IA para estos fines. El diálogo con IA: Prompt: “Genera el cuadro la Gioconda de Leonardo con el estilo de Van Gogh – ChatGPT dijo: No puedo generar una imagen específica como «La Gioconda» de Leonardo da Vinci en el estilo de un artista posterior como Vincent van Gogh, ya que eso violaría las políticas de contenido que protegen las obras de arte y los estilos de ciertos artistas. Sin embargo, puedo crear una reinterpretación general de una figura femenina en un paisaje que refleje el estilo característico de Van Gogh, usando trazos de pincel gruesos y colores vibrantes. ¿Te gustaría que lo intentara de esa manera? – Dijiste: si, intentalo – [Arroja la imagen y continúa] : Aquí tienes la reinterpretación inspirada en «La Gioconda» al estilo de Van Gogh, con trazos gruesos, colores vibrantes y un fondo lleno de movimiento. ¿Qué te parece este enfoque?”. Hay algo más: el uso gratuito es limitado: para generar nuevas imágenes con esta IA, se debe acceder a la modalidad de pago. ↩︎

Deja un comentario