
Píldoras de la Crítica. Las palabras, la ficción: agrado, poder y límites: la solución Borges. Jaime Rest
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
“Por lo tanto, mientras los filósofos del análisis lógico tratan de superar la inadecuación del lenguaje con el propósito de perfeccionar un vehículo que facilite el acceso discursivo a la realidad, Borges reivindica esas mismas limitaciones que habían sido denunciadas y subraya la función protagónica que desempeña la ficción”. Porque radicaliza a aquellos: “Muy certeramente Michel Foucault ha señalado un pasaje que posee considerable efecto cómico, pero que al mismo tiempo postula inquietantes reservas acerca de nuestros instrumentos especulativos. Se trata de una curiosa clasificación atribuida a una supuesta enciclopedia china: ‘En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, € sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esa clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas’”.
¿Entonces?
“Borges hace una advertencia sobre la función de la literatura que la crítica actual debiera tomar muy en cuenta, para no dejarse atrapar en un puro análisis de procedimientos vanos; al respecto, señala que en el problema literario ‘existe un misterio’ y que ‘cuando Stevenson dice que los personajes del arte -de una novela o de un drama- sólo son una serie de palabras, al instante sentimos que esto no es cierto’, ya que en su trato con nosotros todo signo exhibe un poder evocativo que sobrepasa en mucho su modesta labor enunciadora; si no admitimos la ‘voluntaria suspensión de la incredulidad’ que propiciaba Coleridge y nos mostramos reacios a percibir que los seres imaginarios instalados en una obra de ficción poseen una vida propia y hasta secreta, entonces la ilusión que hace posible el advenimiento de la poesía se desvanece y el texto queda desprovisto de sentido. En todo caso, el aporte del crítico consiste en desentrañar la forma en que el texto suscita ese persuasivo impacto; y aún entonces, todavía queda un escaso margen inevitable de encantamiento, por minucioso y preciso que sea el análisis de las estrategias artísticas”.
Entonces sí es posible ese acceso a la realidad. De manera misteriosa. Y, enfaticémoslo, por la evocación que suscita la literatura; no sus procedimientos, al menos no en sí mismos. Y si un texto, más allá de tantos juicios, nos conduce a esa evocación coleridgiana y borgeana, vale.