
Píldoras de la crítica. Virgilio, la angustia sublime. Harold Bloom
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
“La Eneida es un poema infinitamente paradójico, ya que su héroe épico se basa parcialmente en Octavio César, vencedor de Antonio y Cleopatra, y fundador indiscutido del Imperio romano. Augusto era el patrón de Virgilio y fue el orgulloso receptor de la Eneida y el encargado de su conservación, contra los deseos expresos del poeta a la hora de su muerte. El emperador Augusto necesitaba el poema para infundir a sus contemporáneos con la idea de orden y grandeza, de autoridad heredada; Eneas siempre mira hacia el futuro, al surgimiento de una nueva Troya que le ponga término al exilio e inaugure la justicia. Dante, exilado de exilados, encontró la justicia en la Comedia, pero no está claro que Eneas y Virgilio estén de acuerdo. Lo que Virgilio descubre es el sufrimiento, un sufrimiento sin fin. Eneas es el héroe del poema pero no el de Virgilio, una divergencia que aumenta el interés de la épica porque el héroe equivocado en el poema correcto es un preludio del arte de Shakespeare …
Los dioses de Epicuro y de Lucrecio son indiferentes a las preocupaciones de los hombres, pero el Júpiter del epicúreo Virgilio, quien lee a Lucrecio como si se tratara de las verdaderas Escrituras, apenas es mejor que su consorte, y Juno es un monstruo. El genio de Virgilio se activa con la profunda piedad que siente ante el sufrimiento humano, incluido el suyo, y sin embargo la esencia de dicho genio parece ser la angustia constante, incluso el terror agudo, que le produce la contemplación de la ira sin fin de Juno. Podemos considerar que la figura de Juno en Virgilio es la proyección pesadillesca de un componente universal en el temor masculino ante el poder femenino. Virgilio insinúa sutilmente una orientación homoerótica que se conmueve con Dido, el amor abandonado de Eneas, pero más se conmueve con Turno, rival y víctima de Eneas. A pesar de haber cantado las loas de Augusto como la esperanza mundial de orden, paz y justicia, no hay una brizna de esperanza en la forma como Virgilio enfrenta la realidad …
El genio de Virgilio se inviste en parte de su extraordinario poder de expresión y de su sensibilidad sobrenatural al sufrimiento. Este poder y esta sensibilidad compensan su debilidad relativa en un área en la que el genio suele manifestar su fortaleza: la originalidad. En la primera mitad de la Eneida Virgilio se dedica a imitar la Odisea, en la segunda mitad, la Ilíada. Y su filosofía religiosa se basa esencialmente en la ferocidad epicúrea de Lucrecio. Es posible que Virgilio haya sido el primer escritor europeo en demostrar que el genio puede ser relativamente débil en la invención, mientras sea recio y diverso en la sensibilidad …
La Eneida es una épica que quiere serlo y sin embargo su tonalidad se vuelve elegiaca con tanta frecuencia que no se parece a nada en su género. Su héroe vive acongojado y no cesa de lamentarse por Troya, incluso mientras se abre camino hacia la fundación de Roma.
La vigencia del genio de Virgilio sólo ha sido posible por su perdurable sensibilidad …
El cosmos de Virgilio está regido por un Júpiter de lo más curioso, que no es ni homérico ni lucreciano. En Homero, los dioses son nuestros espectadores; en Lucrecio, no se ocupan de nosotros. El Júpiter de Virgilio impone su voluntad a nuestro destino: su voluntad es nuestra guerra, es la interminable dominación romana, es el abandono de Dido por parte de Eneas. La fortuna, o la voluntad de Júpiter, es masculina y no la podemos distinguir del poder ni de la fuerza. Juno, hermana y esposa de Júpiter, es una imagen mucho más pesadillesca y podríamos considerarla la musa pragmática de la Eneida, pues sus iras y su resentimiento alimentan esa faceta de marcha mortal que tiene el poema, ese impulso hacia una destrucción radiante. Una de las fortalezas estéticas primordiales de la Eneida es el hecho de que la acción avanza perpetuamente, sin remordimientos, a diferencia de Virgilio, exquisitamente susceptible a todas las angustias que describe. Esta discrepancia entre la inexorabilidad narrativa y la aflicción implícita del poeta es uno de los rasgos originales más sobresalientes de la Eneida, uno que escasea incluso en las más imaginativas literaturas …
¿Habrá un poeta sumido en una angustia más sublime que la de Virgilio?”.