ARTE Y LITERATURA. Leda y el cisne, Leonardo. Carlo Vecce

“Mi primera invención, la de Leda que se levanta, es mucho más sensual, casi erótica: la mujer acaba de desligarse de su abrazo con el cisne, al final de la relación amorosa, y en su rostro, en sus ojos entrecerrados y en su boca abierta aún se siente el escalofrío del orgasmo recorriendo sus miembros. Sí, vi ese movimiento en un fragmento de mármol antiguo, una Venus en cuclillas hallada en Roma. Pero no creo que nadie se haya dado cuenta de que esta primera idea la robé de un libro mío, una hermosa edición ilustrada de la Biblia vulgar.

Al principio del libro de Oseas, junto al anciano profeta que señala los muros de una ciudad y una puerta con un puente levadizo, hay una mujer que hace el mismo gesto que mi Leda, pero sin el cisne: está a punto de levantarse hacia un lado y se gira hacia el otro, para tomar en sus brazos a un niño que intenta subírsele en brazos, mientras otro niño la abraza y una niña se acerca a ella. Se ve muy bien quién es esta mujer, con los pechos en evidencia en el amplio escote, el collar y el peinado afectado. Es una ramera, una fornicaria, una mujer de muchos hombres, como la presenta el texto del profeta: Y dixo Iehoua a Oseas: ve, tomate una muger fornicaria, et hijos de fornicaciones. Serán sus hijos bastardos los que sean redimidos y se convertirán en los verdaderos hijos de Israel, en lugar de los hijos que se creían legítimos.

¿Dónde estoy yo en la visión de la Leda fornicaria? ¿Soy uno de los muchos niños que acaban de salir del cascarón? No, esta vez yo soy el cisne. Sueño con unirme de nuevo a mi madre, como estuve unido a ella cuando estaba en su vientre. Y sueño con volar y que ella me vea con las grandes alas blancas desplegadas, alzando el vuelo desde la colina sobre Lamporecchio, cerca de Vinci y Campo Zeppi, que lleva el nombre de Colle Ceceri o Cecioli, que en nuestra lengua significa cisne. Desde allí me lanzaré al cielo con mi máquina voladora, llenando de asombro el universo y de fama todas las escrituras, y dando gloria eterna al nido en que nací.

El sublime misterio del cuerpo de la mujer. En la visión de Leda de pie está todo esto”.

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