
Píldoras de la Crítica. ¿Y las escritoras rusas? Sylvia Iparaguirre
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
“En el panorama literario del siglo XIX ruso hubo mujeres escritoras y poetas. Aunque fueron pocas las que trascendieron en la primera mitad del siglo, ellas junto a una multitud de escritores varones formaron un tejido de fondo sobre el que campearon los nombres de los cinco autores que aparecen en estas clases”: Pushkin, Gogol, Dostoyevski, Tolstoi, Chejov.
“Las mujeres rusas del siglo XIX padecieron la división tajante de las clases establecidas, nobleza y servidumbre, y la padecieron un escalón todavía más abajo. El campesino era siervo, y la mujer campesina era sierva del señor y del siervo”.
“Para el llamado Siglo de Plata, desde fines del XIX a la vanguardia de los años XX, las poetas y escritoras forman parte trascendental del mundo intelectual ruso”.
Y destaca:
Anna Ajmatova – Marina Tsvietaieva – Irene Nemirovsky, en el siglo XX.
En el XIX, a: Anna Grigorievna Snítkina – Sofia Andreievna Behrs – Liuba Dostoyevski, Aimée – Anna Petrovna Bunina – Anna Gotovtsova – Yulia Zhadovskaya – Nadehzna Dúrova.
De esta última nos dice que se trataba de “una mujer verdaderamente original y principal en las letras rusas del siglo XIX, quien publicó en 1836, La doncella de caballería, una fusión de sus diarios personales. Fue la primera autobiografía en lengua rusa y su mentor y respaldo fue Pushkin … En estas memorias, Dúrova cuenta cómo, vestida de hombre, se unió a la caballería rusa bajo el nombre de Aleksandr Sokolov. Lo hizo para escapar, en sus palabras, ‘de la esfera prescripta por la naturaleza y la costumbre al sexo femenino’ … En 1805, a los veinticuatro años, siguiendo su más apasionada vocación y vestida de hombre, se enlista en la caballería real. Peleó contra Napoleón en Prusia en 1806-1807 y fue condecorada por su valentía con la Cruz de San Jorge. Sirvió en el ejército durante diez años.
El libro, que impresionó a Pushkin y la alentó a publicar, extraordinariamente bien escrito, le da al lector una muy poco frecuente idea de las guerras napoleónicas desde un combatiente, y desde el punto de vista único de una mujer”.