Píldoras de la crítica. El autor: diferencias entre Bajtin y Barthes. Pampa Olga Arán

Píldoras de la crítica. El autor: diferencias entre Bajtin y Barthes. Pampa Olga Arán

(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)

“Si todo hombre es potencial creador de texto, la noción de autor se amplía a todos los sujetos como artífices de la discursividad social. Es la autoría entonces la que le da al enunciado su carácter de acontecimiento histórico decisivo.

Pero, en Bajtín, la conciencia se materializa en el lenguaje y este es potestad del sujeto que tiene autoridad sobre él y se responsabiliza por su acción discursiva. Este punto marca la profunda diferencia con el planteo de Barthes en «La muerte del autor» quien evocando el dictum de Nietzche «Dios ha muerto», decreta la muerte del autor como Padre del Texto, mito de la modernidad que cae en el momento en que se erige la noción performativa de escritura, de texto como mosaico de citas y del lector como el descifrador por excelencia: «(…) para devolverle su porvenir a la escritura hay que darle la vuelta al mito: el nacimiento del lector se paga con la muerte del Autor».

A primera vista, parecería que hay algunos puntos en común en la posición de Barthes con la de Bajtín: el rechazo al vínculo biográfico como determinante de la obra, el rechazo al origen y a la clausura del sentido, a la que Bajtín responde con la cadena dialógica, la noción de performatividad que en cierto modo puede equipararse a la noción de acontecimiento bajtiniana, el texto mosaico de citas con el texto polifónico y al papel del lector como actividad radical de reescritura o de reinterpretación crítica, para Bajtín en el Gran Tiempo. Sin embargo, decimos, hay un quiebre imposible de suturar entre ambos que obedece a condiciones de producción intelectuales y políticas muy diferentes: en la Rusia estalinista la firma en un texto podía significar la muerte o el destierro y varios amigos de Bajtín pagaron por ello.

Se trata de una diferente concepción de la relación del lenguaje con el sujeto hablante y con el sujeto del acto de la escritura. Para Barthes, «es el lenguaje, y no el autor, el que habla», mientras que, para Bajtín, el hombre es responsable de su palabra y ella entraña siempre una valoración social que en el caso del texto literario asume el lugar fronterizo de la conciencia autoral. Para Bajtín, es la voz que expresa una conciencia; para Barthes, es una escritura «ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que va a parar nuestro sujeto, el blanco-y-negro en donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe».

En la concepción del lenguaje en Bajtín, es imposible pensar que alguien hable sin que inmediatamente adopte una postura de sentido obtenida intersubjetivamente, en la lucha de los discursos sociales; en cambio, para Barthes, el lenguaje es un objeto de deseo que instituye al sujeto deseante, es quizás, un objeto amoroso, siempre en fuga. Aquí, se abre la brecha entre el acontecimiento social del lenguaje y el lenguaje como infinitud potencial cuya productividad responde a otra lógica que escapa al control consciente y a la conciencia unitaria y homogénea.

El sujeto-autor-hablante en Bajtín es un sujeto moral porque, como dice Ponzio, «Bajtín se pregunta por el sentido del hombre» y demuestra que esa cuestión «hay que tratarla bajo la categoría del otro y no de la del yo», si se pretende que no responda a intereses particulares. Solo así hablar tendrá sentido a pesar de las catástrofes de la historia ya que, apostando obstinadamente a la regeneración en el Gran Tiempo «no hay sentido que se pierda. Todo sentido tendrá su fiesta de resurrección»”

Deja un comentario