
“Mi padre quería que le volviera a describir el cuadro …
-La hija del panadero está de pie en un rincón iluminado al lado de una ventana -empecé a decir pacientemente-. Está de cara a nosotros, pero mira a la ventana, a su derecha. Lleva un corpiño de seda y terciopelo amarillo, una falda azul marino y una cofia blanca que le cae en dos puntas por debajo de la barbilla … Cuando miras la cofia bastante rato te das cuenta de que no la ha pintado blanca, sino azul, violeta y amarilla.
-Pero has dicho que es una cofia blanca.
-Sí, eso es lo extraño. Está pintada de muchos colores, pero cuando la miras, crees que es blanca …
-¿Qué está haciendo ella?
-Tiene una mano en una jarra de peltre colocada en una mesa y otra en una ventana medio abierta. Está a punto de levantar la jarra y echar el agua por la ventana, pero se ha quedado parada y o está soñando despierta o está mirando algo en la calle …
-Pero, ¿cuál es la historia del cuadro?
-Sus cuadros no cuentan historias … pero aún así era un cuadro que uno no podía parar de mirar”.
lindisimo ! qué coincidencia, estaba hace un rato hojeando un libro sobre Verneer (siempre me encantó) y, entre las ilustraciones, una vez más mire ésta. Abrazo
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