
Píldoras de la crítica. Conrad, la angustia de decir yo. Primo Levi
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
[A propósito de Juventud. La posada de las dos brujas. Un socio].
“Conrad, hombre de tierra, se ha hecho hombre de mar por convicción profunda. Noble polaco, sea hecho inglés; capitán de marina mercante, se ha hecho escritor. Es un buen ejemplo de cómo el hombre puede hacerse a sí mismo. Jamás escogió el camino más llano, siempre a contracorriente, con una escritura que se parece a él. Nunca cede ante el diletantismo, quizá ayudado por el hecho de escribir en una lengua que no es la suya materna.
El relato largo Juventud es, en buena medida, autobiográfico, pero no es Conrad quien habla en primera persona. Aparece aquí, por primera vez, Marlow, su álter ego, y a él se atribuye la narración. Los motivos de este desdoblamiento son profundos; pienso que el principal sea el pudor de Conrad: Marlow, por más que se le parezca, lo exonera de la angustia de decir ‘yo’”.