ARTE Y LITERATURA. Jarra verde con peras, Sábato. Miguel Rubio

[Entre sus primeros cuadros]. “La carnalidad de sus primeros bodegones los hacía más terráqueos, más próximos a nosotros. Pero si uno se deja tentar por la mirada del pintor, no por la confortable del voyeur desapasionado en que todos queremos permanecer, entonces algo inquietante pasaba. Era como un violento despertar al mundo nocturno y espectral de nuestra conciencia. Entonces esos materiales metálicos, ardientes, esos colores llameantes, esas luces interiores, de las flores y de las cosas, como si se iluminaran desde dentro, nos recordaban que estábamos en presencia de una mirada iluminada. Yo recuerdo aquellos bodegones como un delirio en el que forma, luz y color me estaban representando el estallido de la vida. No es que estuvieran vivos, es que parecía que se estuvieran formando y conformando en el momento. Como en ciertas visiones místicas o experiencias psicodélicas, aquellos cuadros vibraban en una creación permanente”.

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