ARTE Y LITERATURA. Oscar Domínguez, litocronismo. Ernesto Sábato

“En el último número de Minotaure, antes de estallar la guerra, Breton escribió un artículo titulado ‘Las tendencias más recientes de la pintura surrealista’. Habla de los últimos artistas representativos, entre los cuales está Domínguez, que opera un retorno al automatismo, tendencia que ya Breton había considerado importante en el Manifiesto Surrealista. El ‘collage’, el ‘frotagge’ de la actividad que se llamó ‘paranoïaque-critique’ no habían cesado de mantener un cierto equívoco entre lo voluntario y lo involuntario. Eso comenzó a cambiar  con ‘décalcomanie sans objet’, de Domínguez y el ‘fumage’ de Paalen. Ambos en sus trabajos posteriores mantuvieron fidelidad a lo que había constituido un notable descubrimiento. Más adelante dice Breton: ‘Matta está desde ahora a la cabeza de una producción pictórica deslumbrante, nada de dirigido, nada que no resulte de la facultad de adivinación por el color, facultad para la que está dotado excepcionalmente’. Estos nuevos creadores llegan a interesarse en el universo de cuatro dimensiones, a partir de la concepción einsteniana, fundamentalmente en Matta y en Onslow Ford. Domínguez, animado de preocupaciones análogas, funda desde entonces sus investigaciones en el dominio de la escultura para la obtención de superficies ‘litrocrónicas’. Y reproduce el texto que elaboramos juntos y firmamos en el mismo ensayo de Bretón.

Aquí debo hacer un poco la historia de esta declaración que escribí con un evidente sentido del humor y que Bretón tomó como algo muy serio e importante, porque yo era alguien que venía de las ciencias físico- matemáticas, pero que oscilaba entre las más profundas depresiones y un humor absolutamente negro, en que inventé esa palabra ‘litrocronismo’ -petrificación del tiempo-.Se me ocurrió esa broma basándome en la conocida yuxtaposición de la Venus de Milo con el violín, que había hecho Oscar, y sugiriendo la posibilidad de forzar esa escultura con una fina y elástica tela de goma para luego desplazar el violín en diferentes formas y lograr así lo que Oscar denominó en su jerga ‘inquietante’”.

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