
Píldoras de la crítica. El Quijote, la infinita repetición y la moral del fracaso. Juan José Saer
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
“El primer tema importante que podemos rastrear en el Quijote es justamente el desmantelamiento de la epopeya …
Si comparamos el itinerario del Cid con el de Don Quijote vemos que sus deplazamientos son rigurosamente opuestos … resulta evidente que la carrera del Quijote no implica ningún avance, ninguna acumulación, ningún enriquecimiento, ni en el sentido material ni en el sentido espiritual del término, y que, por lo tanto, su progresión no tiene prácticamente ninguno de los atributos del desplazamiento épico.
El Cid llega al final de su carrera totalmente transformado por cada uno de sus actos, hazañas, batallas, encuentros, de sus pleitos, de sus debates, de sus polémicas. En el caso de Don Quijote, encontramos en todos los episodios del libro la misma situación que se repite indefinidamente. Cualesquiera sean las circunstancias, los avatares, las características de las aventuras que Don Quijote va viviendo, el modelo, el sentido, de cada una de ellas es siempre el mismo: la confrontación de su ideal con una realidad que está en conflicto con ese ideal. Y en cada uno de los episodios, tanto de la primera como de la segunda parte del libro, se repite indefinidamente la misma situación.
En realidad, hay dos momentos importantes en la vida de Don Quijote: el primero es el cambio que se produce en su vida con el descubrimiento y la lectura de los libros de caballería, y el segundo es el momento de su muerte.
… que a pesar de que nuestro caballero andante sale a los caminos y se topa todo el tiempo con aventuras singulares, nos damos cuenta de que no avanza en lo más mínimo, de que no hay prácticamente progreso en su carrera, ya que la misma se reduce a un solo esquema —ideal confrontado a una realidad adversa— que se repite indefinidamente. Bajo la diversidad aparente de los episodios que se suceden, el Caballero de la Triste Figura está como quien dice siempre en el mismo lugar, sin poder llegar en definitiva a ninguna parte. La ilusión del desplazamiento oculta el hecho principal de la historia, o sea que, desde el punto de vista de su evolución intelectual y moral, y en cuanto a su capacidad de modificar la realidad, que es lo que lo incitó a salir a los caminos, Don Quijote está siempre en el mismo punto.
…
A la moral de la epopeya, en el caso del Cid o en cualquier otro caso, es el cumplimiento de la hazaña, la realización de la empresa lo que la fundamenta: el héroe puede morir trágicamente pero lo hará después de haber cumplido su hazaña, y si no logra hacerlo otro héroe de su estirpe o de su bando lo sucederá para cumplir con ella, ya que el objetivo preciso que la suscita tiene que alcanzarse para que exista la epopeya. Y hasta podríamos decir: aunque no lo alcance, el objetivo que se propone todo héroe de epopeya es preciso y, aunque difícil, alcanzable por definición. Para Don Quijote no existe ningún objetivo, y cuando ese objetivo intenta ser definido, ya desde la misma enunciación se sugiere su vaguedad y el hecho de que probablemente no será alcanzado, lo cual no le impide salir a buscarlo. Esa situación característica del Quijote, funda uno de los aspectos principales de la literatura moderna, y contribuye al desarrollo de una nueva visión del mundo, específica de nuestra época, que podríamos describir como una moral del fracaso”.