
“A la luz se le abrió, se le dio entrada
en los más hondos sótanos.
Y allí una misteriosa
voz le ordenó de súbito: ¡Combate,
batalla hombro con hombro, aliento con aliento,
contra el bostezo helado de las sombras!
…
¡Oh pintor empapado de espectros, oh dolido
pincel, oh dolorida mano extraña
rompiendo los tabiques de las sombras,
nimbada para siempre
por la brecha de luz del infinito!”.