
A partir de
Ulises, de James Joyce
Parte Leopold Bloom, agente de publicidad del diario Freeman, la mañana del 4 de junio de 1904 al entierro de un amigo, después de desayunar su tradicional riñón de cerdo y meter en su bolsillo su talismán, una patata arrugada.
A-LA CELEBRACION, o lo formal difuminando el contenido
(“Esto es lo que suele designarse con el término de Henry James ‘corriente de conciencia’ y lo que llamó Valery Larbaud, al presentar Ulises, ‘monólogo interior’, el propio Joyce lo llamó ‘palabra interior’ al declararse deudor de tal técnica”, nos ilustra Valverde, traductor).
Pero ese día que comienza es mucho más que ese día que comienza. “Toda vida consiste en muchos días, día tras día. Caminamos a través de nosotros mismos, encontrando ladrones, fantasmas, gigantes, viejos, jóvenes, esposas, viudas, cuñados adulterinos, pero siempre encontrándonos a nosotros mismos … todo en todo en todos nosotros” (capítulo 9).
Porque, en realidad, ¿de qué se trata esto? “Dios, el sol, Shakespeare, un viajante de comercio, habiéndose en realidad atravesado a sí mismo, llega a ser ese sí mismo” (capítulo 15).
B- ANTI- JOYCE
(“El Joyce aficionado a los juegos de palabras, los paralelismos y los simbolismos histórico- culturales, que serían pedantescos si no fueran humorísticos. Djuna Barnes cuenta que, en vísperas de la publicación de Ulises, James Joyce le confió, en el café Les Deux Magots: ‘Lo malo es que el público pedirá y encontrará una moraleja en mi libro, o peor, que lo tomará de algún modo serio y, por mi honor de caballero, no hay en él una sola línea en serio’”).
Ay, ese “aire enrarecido de la academia” (capítulo 9), pero hay que ir un poco contra el autor, que también nos aclara: “vana burla. El vacío aguarda sin duda a todos esos que tejen en el viento”, porque: ¿y si tejen en las calles caminadas de Dublin en busca de sí mismos?, tal vez encontremos una sola línea en serio.
Y no solo esto.
C- JOYCE: autobiografía
A propósito de Shakespeare: que Hamlet es el cuento de fantasmas de la biografía de Shakespeare: “Hamlet es tan personal … una especie de documento privado, de su vida privada”. “Shakespeare es Hamlet” (capítulo 9).
Y aquí entra todo: “el amor que no se atreve a decir su nombre”, de Shakespeare, sí. Pero: “nuestra epopeya nacional está aún por escribirse”, y tal vez Irlanda la pueda encontrar en la pluma de Joyce.
¿Por qué no? “Como él fui yo, esos hombros caídos, esa falta de gracia … Hay secretos, silenciosos y pétreos, sentados en los oscuros palacios de nuestros dos corazones: secretos fatigados de su tiranía: tiranos, deseosos de ser destronados” (capítulo 2). Y allí, también, las fantasías del “hombre que se sintió preñado” (capítulos 9 y 15).
Y tampoco esto es todo.
D- ULISES: la referencia excluida, y presente
“¿Qué ablanda el corazón de un hombre, naufragado en crudas tormentas, puesto a prueba como otro Ulises?” (capítulo 9).
Crudas tormenta. Las de ese deambular por las calles de Dublín. Las de “ese sí mismo”. Las de sus circunstancias: “Yo soy siervo de dos amos, uno inglés y una italiana”: el Estado Imperial británico y la santa Iglesia católica, apostólica y romana (capítulo 1), y con ellos podría agregarse, el nacionalismo irlandés (capítulo 12), porque “como no podemos cambiar el país. Cambiemos de tema” (capítulo 16).
Es que:
E- CLAVE DE BOVEDA
“¿Qué enigma autoevidente, ponderado con intermitente constancia durante treinta años, comprendió Bloom ahora?”, ahora que tarde aquel día, ya en la madrugada del siguiente, regresó a su casa.
Las olas que ablandan el corazón del hombre, los enigmas autoevidentes: No ser un héroe: “Yo no soy ningún héroe” (capítulo 1) / La religión: “quítate a Loyola de encima” / La madre: “¡No, madre! Déjame ser y déjame vivir” / El padre: “el hijo esforzándose por reconciliarse con el padre” / Irlanda: “como no podemos cambiar el país. Cambiemos de tema” / Los secretos: “tiranos, deseosos de ser destronados”. Todo esto, a pesar de todo, ¿se trata de una “vana burla”?
Las olas que ablandan el corazón del hombre: ser enjuiciado, condenado, ensalzado, perdonado, vuelto a enjuiciar (capítulo 15).
Es que la vida toda de un hombre, se puede contener en un solo día. Y este y aquella, en el mundo entero. “El estímulo intelectual en cuanto tal, le parecía a él, de vez en cuando, un tónico de primera para la mente. A lo cual se añadía la coincidencia del encuentro, la discusión, el baile, la riña, el viejo marinero, del tipo si te he visto no me acuerdo, vagabundos nocturnos, toda la galaxia de acontecimientos, todo ello iba a constituir un camafeo en miniatura del mundo en que vivimos, especialmente en cuanto que las vida de la décima parte sumergida, esto es, mineros de carbón, buzos, hombres de las alcantarillas etc., estaban últimamente muy bajo el microscopio” (capítulo 17). También un vendedor de publicidad, gentes comunes, tú, yo.
Así, en ese deambular, aquel día del 4 de junio, “había avanzado enérgicamente desde lo desconocido a lo conocido a través de la incertidumbre del vacío”, y sin método. Solo para saber que, al final, después de la vuelta a casa “descansa. Ha viajado”, y para terminar reduciéndolo todo al “valor estético del espectáculo”. Pero esto sólo porque, sin “método”, ¿cómo comprender todo esto, una verdadera “galaxia de acontecimientos”?.
Acaso es mucho peso -y es así entonces inevitable naufragar- el cargar con ese engañoso camafeo, pequeño, liviano, pero que pretende contener en miniatura todo el peso del mundo en el que vivimos.
(Lumen. Prólogo y traducción de José Ma. Valverde)
(Contrastemos, largamente, con Borges:
- “Nadie ignora que para los lectores desprevenidos, la vasta novela de Joyce es indescifrablemente caótica. Nadie tampoco ignora que su intérprete oficial, Stuart Gilbert, ha propalado que cada uno de los dieciocho capítulos corresponde a una hora del día, a un órgano corporal, a un arte, a un símbolo, a un color, a una técnica literaria y a una de las aventuras de Ulises hijo de Laerte, de la simiente de Zeus. La mera noticia de esas imperceptibles y laboriosas correspondencias ha bastado para que el mundo venere la severa construcción y la disciplina clásica de la obra … Harto más admirable, sin duda es la diversidad multitudinaria de estilos. Como Shakespeare, como Quevedo, como Goethe, como ningún otro escritor Joyce es menos un literato que una literatura … Yo (como el resto del universo) no he leído el Ulises, pero leo y releo con felicidad algunas escenas: el diálogo sobre Shakespeare, la Walpurgisnacht en el lupanar, las interrogaciones y respuestas del catecismo … La plenitud y la indigencia convivieron en Joyce. A falta de la capacidad de construir (que sus dioses no le otorgaron y que debió suplir con arduas simetrías y laberintos) gozó de un don verbal, de una feliz omnipotencia de la palabra, que no es exagerado o impreciso equiparar a la de Hamlet o a la de Urn Burial”
- “El talento de Joyce era esencialmente verbal. No sé si poético es la palabra. Es lo que Shaw llamaba word music. Joyce es música verbal e invención de palabras. Una novela se hace más bien imaginando personajes, penetrando en ellos. Eso no sucede con Joyce. Si se lee o se trata de leer el Ulises, al final no se conoce a los personajes. En el Ulises se conocen miles de situaciones pero no se conocen los personajes como pueden conocerse los de Conrad, Dostoyevski y otros Joyce cometió ese error. Aunque creo que fue uno de los máximos artífices verbales eso no tiene nada que ver con la novela. En una novela hay que pensar en los personajes, en los caracteres en lo que sucede, más que en las palabras empleadas. El arte de Joyce es pues ante todo, verbal. Espléndido desde luego, pero creo que si hubiera elegido ser poeta, si se hubiera limitado a ser poeta aunque ser poeta no tiene nada de limitado hubiera sido mejor… En todo caso más legible. Porque el Ulises es bastante ininteligible y el Finnegan’s Wake es ilegible … cuando trataba de leer el Ulises y el Finnegan’s Wake me resultaba imposible. En cambio sé de memoria muchos versos, muchas poesías de Joyce y creo que El retrato de un artista adolescente es un libro admirable y también algunos cuentos … Es una obra fragmentaria, sí. Esto no lo digo contra Joyce. Yo lo admiro pero hubiera querido de él una obra aún más admirable que la que ha producido … Se ha entendido que hay un paralelismo entre la Odisea y el Ulises. Yo no sé si ese paralelismo es benéfico. Yo diría que no; no tiene nada que ver. Además, en el libro de Stuart Gilbert, que fue secretario de Joyce, se lee por ejemplo que en tal capítulo del Ulises casi todas las metáforas están tomadas de la respiración, de los pulmones; en otro se habla de lo sexual; en otro, del cerebro, de la inteligencia. O bien, que en un capítulo predomina el color rojo, en otro, el amarillo, en otro, el negro, etc. Pero yo no sé si esas son virtudes. No hacen a la obra, y no hacen sobre todo al goce de la obra”. )
Excelente articulo! Promueve el deseo de leerlo , pero en compania pirque para transitarlo se necesita atavesar la expectativa, el tedio, soportar el vacio. Intentar empatizar con su viaje introspectivo a partir de conectarse con la finitud, en el dia de la muerte de su amigo. Gracias
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