
Vemos más que sátiras. Vemos sueños, cuerpos y deseos que desdibujan todos los límites y las fronteras metamorfoseándose, amoralidad, crueldad, placer, personajes proteicos de gran apetito con ansias de satisfacción. En total, vemos lo oculto. Y nos producen una inquietud ética.
“Puede que contenga veladas alusiones a la reina y a varios miembros de una nobleza reaccionaria de una España que ya no existe, pero su poder como obra de arte está en la crudeza con que nos evoca nuestra propia vida oculta y nuestro yo animal. Considerados como un todo, los grabados narran lo que significa vivir en nuestro cuerpo mortal, una aventura de deseo y vulnerabilidad que en Goya se escapa a toda definición y categorización. Lo interior y lo exterior se confunden. Las fronteras caen. El suelo cambia bajo nuestros pies. El día entra en la noche en nuestros sueños”.
“En su sentido más profundo, los Caprichos no pueden interpretarse como una historia moralista; más bien son un relato brutal y estimulante sobre los seres humanos y nuestro más profundo instinto físico: la voluntad de sobrevivir”.
“Pero también es una narración sobre el mismo Goya, el artista que dio a luz a multitudes”.