
Píldoras de la crítica. El Hamlet de Joyce. Carlos Gamerro
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
“… cada nueva época debe redefinir su Hamlet, y se podría hacer una historia de la literatura y del pensamiento ingleses, por ejemplo, meramente en base a las sucesivas interpretaciones de Hamlet. No puede haber una nueva época literaria sin una nueva lectura de Hamlet En este capítulo [capítulo 9 del Ulises], Joyce creará el Hamlet irlandés, que es a la vez el Hamlet del Modernismo y del siglo XX … un irlandés les arrebató Hamlet a los ingleses … cuál es el tema específico en discusión: quién es Hamlet, con quién debemos identificarlo …
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Y escuchamos ahora la voz del padre fantasmal: ¡Escucha! ¡Escucha! ¡Oh, escucha! Si tú albina vez…
En Hamlet, la frase se completa «…amaste a tu padre, entonces toma venganza de este horrible asesinato”.
En el capítulo 3 Stephen se había preguntado cuál era la sustancia divina por la que el Padre y el Hijo son consubstanciales. La respuesta aquí es el mandato: el hijo debe dejar de lado su propia vida y su ser, llenarse del deseo del padre, que en este caso es de venganza.
Aquí comienza el gran tema del capítulo 9 y, según algunos, del Ulises todo: el del ‘misterio de la paternidad’. Joyce desarrollará un paralelismo entre las tres principales figuras de la metáfora paterna, que articula nuestra cultura patriarcal: Dios, creador del Universo, el padre, dador de vida o procreador, y el autor o artista, creador de una obra. Son tres procesos creativos análogos, o el mismo proceso en ámbitos diferentes …
¿Quién es el espíritu del limbo patrum (el limbo de los padres) volviendo al mundo que lo ha olvidado? ¿Quién es el rey Hamlet?
Lo que Stephen desarrollará a continuación es una lectura de Hamlet en clave biográfica, con una peculiaridad. Lo habitual es leer la obra en función de la biografía, usar la vida del autor para determinar el sentido o la interpretación de la obra, ejercicio que hoy goza de muy mala prensa en los medios académicos. La peculiaridad de Joyce es que procede a la inversa. Escribe (inventa) una biografía de Shakespeare en función de la obra. Pudo hacerlo porque del hombre Shakespeare, de su vida, poco y nada se sabe con certeza. Sus biografías son puramente especulativas y muchas veces sus autores construyen ficciones de la vida del autor tomando tal o cual escena de sus obras como modelo.
-Dice las palabras a Burbage, el joven actor que está de pie delante de él más allá del bastidor… Es a un hijo que él habla, el hijo de su alma, el príncipe, el joven Hamlet, y al hijo de su cuerpo, Hamnet Shakespeare, que ha muerto en Stratford para que su homónimo pueda vivir para siempre.
Efectivamente, Hamnet, único hijo varón de Shakespeare, muere en 1596, a los 11 años …
Shakespeare, entonces, crearía al ‘hijo de su alma’ Hamlet para volver a la vida al ‘hijo de su cuerpo’ …
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Dejó a Ann en Stratford, pero en Londres siguió escribiendo sobre ella: Venus y Adonis, el poema narrativo de 1593, presenta a la madura diosa seduciendo, y eventualmente causando la muerte, del joven Adonis: así habría seducido una Ann de 26 al William de 18, y las fechas sugieren que se casaron porque Ann quedó embarazada. Al joven William … le hicieron la cama …
La presentación de la escena primaria de la literatura inglesa, la violación de Shakespeare, ha sido demasiado para el platónico Russell [uno de los que estaba en la discusión con Stephen sobre Shakespeare], que se levanta y parte rumbo al Homestead, el diario donde trabaja.
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Eglinton [otro de los contendientes de Stephen en esta discusión sobre Shakespeare] lanza su desafío: puedo advertirle desde ahora que si usted quiere hacer vacilar mi creencia de que Shakespeare es Hamlet tiene una ardua tarea por delante …
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La fe en sí mismo había sido prematuramente destruida. Fue seducido primero en un trigal y nunca más será un vencedor a sus propios ojos ni jugará victoriosamente el juego de reír y acostarse. El supuesto donjuanismo no ha de salvarlo. Ningún desfacimiento posterior desfacerá el primer desfacimiento.
Enamorado de la dama oscura, Shakespeare envía a su otro amor, este lord (el ‘hidalguillo’) a cortejarla en su nombre; el lord se acuesta con la dama y Shakespeare, cornudo por partida doble, se queda escribiendo sonetos. Según Stephen, Shakespeare actuó así bajo la sombra del trauma original: la herida sexual causada por Ann.
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Lo que Stephen está tratando de decir es que estas escenas de violación real o supuesta que aparecen en la obra de Shakespeare [Hamlet, Otelo, Cimbelino]son fantasías compensatorias, un intento de dar vuelta, en la ficción, lo que pasó en la vida, donde fue él el violado.
Al final de su vida, cansado, el autor regresa a casa. En palabras de Borges, en “Everything and Nothing ‘mañana lo sobrecogieron el hastío y el horror de ser tantos reyes que mueren por la espada y tantos desdichados amantes que convergen, divergen y melodiosamente agonizan. Aquel mismo día resolvió la venta de su teatro’ …
Hamlet, de hecho, puede verse como una tragedia sobre el conocimiento de sí mismo: la tragedia de Hamlet es que el héroe, una de las conciencias más desarrolladas de la literatura occidental, es absolutamente incapaz de ver en su interior, saber por qué actúa (o no actúa) como lo hace, saber qué siente. Hamlet es en esto el doble de Shakespeare: una de las conciencias más desarrolladas que produjo la humanidad, movida por fuerzas que apenas comprende. Sócrates, parecen decir a la vez Shakespeare Joyce, era un iluso: el verdadero conocimiento de sí mismo es imposible, la autoconciencia tiene insalvables límites.
A diferencia de los sabios, o los maestros, de quienes uno espera que apliquen a su propia vida su sabiduría, a un escritor uno no le pide que lleve una vida ejemplar: basta con la obra. A un maestro o gurú le exigimos que predique con el ejemplo: su sabiduría debe ser inmanente, reflexiva, debe ser capaz de volverla sobre sí mismo. La del artista es una sabiduría trascendente, y el más allá al que trasciende es el de la obra y sus lectores. El artista puede enseñar con su obra, pero eso no implica que pueda aprender de ella, que sea capaz de aplicarla a sí mismo. Tropieza con una linterna en la mano, iluminando a otros el camino, y esa linterna es su obra.
Lo mismo, propone Stephen, nos sucede a los padres terrenos: trascendemos nuestro ser inmanente no en persona, sino a través de nuestros hijos. Lo mismo le sucede a Dios: trasciende su inmanencia no en sí mismo, sino como Hijo. Como el autor, crea una obra, el mundo; como el autor, no entra en su mundo en su propia persona, sino que envía a su Hijo en su lugar, al igual que Shakespeare, una vez creado el mundo de Hamlet, envía a su hijo (Hamlet/Hamnet), reservándose el lugar de fantasma (Holy Ghost, Espíritu santo). Entendemos que Joyce apunta alto: intenta dar cuenta de cómo la metáfora paterna, en su triple manifestación de dios, padre y autor, está en la base de nuestra cultura (al menos mientras siga siendo patriarcal).
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Stephen se adelanta así a una objeción que podría hacérsele: Si Shakespeare amaba tan poco a su esposa [después de irse a Londres, no volvió sino hasta veinte años después, casi solo para morir y dejándole en herencia apenas su “segunda mejor cama”], ¿por qué lo afectaría tanto su traición? No es el amor, aclara Stephen, lo que está en juego: es el derecho de propiedad.
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Stephen descubre rastros de la familia de Shakespeare en su obra (Mary Arden es la Volumnia de Coriolano, Hamnet es Arthur en Rey Juan y el príncipe en Hamlet; Ann es Venus, Gertrudis y Cleopatra…) y destaca la importancia que Shakespeare daba a su propio nombre, dedicando muchos esfuerzos a obtener un escudo de armas para la familia (sobre banda negra una lanza de oro (Shake-spear) recubierta de argento), para terminar señalando que, de los tres grandes villanos de Shakespeare, Ricardo III, Yago y Edmund de Rey Lear, dos llevan los nombres de sus hermanos: Richard y Edmund …
En Rey Lear; la historia de Edmund, el hermano usurpador y seductor, no estaba en las fuentes, fue un agregado injustificado de Shakespeare, que estaría obsesionado con el tema: El tema del hermano falso o usurpador o adúltero o los tres en uno es para Shakespeare, lo que el pobre no es, una presencia constante (…) fue el pecado original el que oscureció su entendimiento, debilitó su voluntad y dejó en él una fuerte inclinación al mal. (…) Un pecado original cometido, como el pecado original, por otro en cuyo pecado él también ha pecado.
Y ya están todos los personajes en escena: Gertrudis como Ann y Eva, Claudio como Richard/Edmund y la serpiente; el rey Hamlet como Shakespeare y Adán; el príncipe Hamlet como Hamnet y todos nosotros, los hijos del pecado original. Eglinton hace su aporte:
—La verdad está a mitad de camino -afirmó-. Él es el espectro y el príncipe. Él es todo en todo.
Estamos en el momento de síntesis del diálogo: la identificación de Shakespeare con Hamlet (tesis de Eglinton) y la de Shakespeare con el rey Hamlet (tesis de Stephen) se resuelven por la consubstanciación padre-hijo. Stephen asiente y dice: -Lo es. El muchacho del primer acto es el hombre maduro del acto quinto …
Shakespeare, sostiene Stephen:
-Encontró como actual en el mundo exterior lo que en su mundo interior era posible. Maeterlinck dice: “Si Sócrates abre su puerta encontrará al sabio sentado en el escalón de su puerta. Si Judas sale esta noche sus pasos lo llevarán hada Judas”. Cada vida es muchos días, día tras día. Caminamos a través de nosotros mismos, encontrando ladrones, espectros, gigantes, ancianos, jóvenes, esposas, viudas, hermanos en amor. Pero siempre encontrándonos a nosotros mismos. El dramaturgo que escribió el folio de este mundo.
Salimos al mundo para encontrarnos, a través de las muchas personas, con nosotros mismos: pero está claro que si no pasamos por todas ellas nunca llegaremos a nosotros.
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Se trata de una fábula sobre la creación artística, sobre los mecanismos que vinculan arte y paternidad, experiencia y creación, autor y persona.