A partir de
El noventa y tres, de Víctor Hugo
En esta epopeya de la Revolución Francesa, “el año 1793 es la guerra de Europa contra Francia, y de Francia contra Paris. ¿Y qué es la Revolución? Es la victoria de Francia sobre Europa, y de Paris sobre Francia. De aquí la intensidad de aquel minuto que se llama noventa y tres, minuto mayor que todo el resto del siglo”.
Es el año que encarna la revolución, cuando enfrenta a la Vendée, la reacción realista, monárquica y campesina. Porque “la revolución extirpa la monarquía en el rey, la aristocracia en el noble, el despotismo en el soldado, la superstición en el clérigo, la barbarie en el juez; en suma, todo lo que es tiranía en todo lo que es tirano”.
Para extirparla, “la revolución busca para que la ayuden obreros feroces; rechaza toda mano trémula, y no se fía sino de los inexorables, como Dantón, que es lo terrible; Saint-Just, que es lo irreductible; Marat, que es lo implacable”.
Dos terrores enfrentados, el republicano y revolucionario de un lado, el realista reaccionario del otro; “con un andamio de barbarie, se construye un templo de civilización”. Nos llevarán de la mano Cimourdain, delegado del Comité de Salvación Pública; Gauvain, Comandante vencedor contra la Vendée; y el gran jefe reaccionario el marqués de Lantenac, con sus batallas, sus secretas emociones, sus reflexiones. Hay que tomar sus manos y recorrer esa epopeya.