La medida, de Bertolt Brecht

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La medida, de Bertolt Brecht

 

Los “cuatro agitadores” en la frontera, “difundiendo las enseñanzas de los clásicos del comunismo: la Revolución mundial”. Un “joven compañero” los interroga: si llevan locomotoras: no; tractores: no; semillas: no; armas: no. “Entonces, ¿vais a ayudarnos vosotros?”. Sí, pero llevando “las enseñanzas de los clásicos y de los propagandistas: el ABC del comunismo”.

Deben entrar clandestinos al otro lado de la frontera, y necesitan del “joven compañero” para guiarlos en ese país desconocido para ellos, y ellos a él, en los trabajos que se necesitan. Ante el capataz que azota a los culis que vaya a hacerles propaganda, pero sin compadecerse de ellos; lo hace enfrentando abiertamente al capataz y su látigo; lo descubren; lo persiguen; lo siguen y descubren a los cuatro agitadores: no pueden realizar su labor. “Pero, ¿no está bien apoyar al débil?”.

Nuevamente, ante la huelga en la fábrica, lo mandan a repartir octavillas; se enfrenta al policía que persigue a los huelguistas, descubriéndose y poniendo en riesgo la huelga. Pero, “¿no es justo impedir la injusticia?”.

Otra vez, enviado a conseguir armas entre los comerciantes enfrentados a los ingleses, pero se niega a comer con ellos que desprecian a los culis y piensan que la medida de todo hombre es lo que vale, y no consigue las armas. “Pero, ¿no es acertado poner el honor por sobre todo?”.

Fracasa, pero comienza a rebelarse. “Los clásicos son una mierda y los haré pedazos; porque el hombre, el que vive, ruge, y su miseria rompe todos los diques de la doctrina. Por eso voy a pasar a la acción ahora, sin demora”, y se lanza a una rebelión que pretende tomarse el poder de una ciudad, exponiendo toda la labor de siembra del ABC del comunismo.

Tomaron una medida: matar al “joven compañero”, que con su ímpetu ponía todo el trabajo “en interés del comunismo … afirmando la Revolución del mundo”, en riesgo.

Aprobaron la dramática medida. “Vuestro relato nos muestra lo necesario que es cambiar el mundo: cólera y tenacidad, ciencia e indignación, intervención rápida, reflexión profunda, fría paciencia, perseverancia infinita, comprensión del detalle y comprensión del todo”.

Pero, ¿no fue la fisura, el abismo, el choque, entre “el detalle” y “el todo”; los nobles sentimientos y las concientes tareas, la ilusión del ahora y la certeza del porvenir, lo que llevaron al trágico desenlace? Y, ¿un drama de alcances históricos, no se reproduce diariamente, postergando decisiones y deseos inmediatos por un futuro mejor en nuestras vidas?, ¿o perdemos nuestras vidas en esas postergaciones?, ¿o las ganamos?

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