A partir de
La más grande, la más oscura, de Laura Calvo
De los cuentos aquí reunidos, elijo el que da título al volumen. A su abuela, las manchas de su piel la avergüenzan, es más, la humillan. Su abuela la cuidaba de niña, con su asma, “siempre enferma”.
Es cierto, hablaba poco; a veces, “me cuenta cosas de cuando era chica; que su vida habría sido distinta si no hubiera enviudado su madre y vuelto a casarse con ese individuo”. Y haber tenido que criar al nuevo hermanito, Raúl, en vez de estudiar: “era otra época, había otra idea de lo que debía ser una mujer … la naturaleza prepara a las mujeres para que nos ocupemos de los demás”.
Si, ¿pero de quiénes? Cuando, años más tarde, hubo que llevarla al geriátrico, ella no fue, no quiso acompañar a su abuela, se quedó cuidando a sus hijos.
Se puede torcer, aunque sea levemente, “la naturaleza” de cada uno de nosotros, aunque no sea en la dirección supuesta.