Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie

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Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie

 

Fue después de un buen tiempo de llegada a Estados Unidos –del contraste con las series estadounidenses que veía en Nigeria, de la terrible búsqueda de empleo, de la terrible experiencia en esa búsqueda de empleo, del amor con un “blanco sexi”, del amor con un profesor negro estadounidense de Yale- que Ifemelu empezó su blog “Raza o Diversas observaciones acerca de los negros estadounidenses (antes denigrados con otra clase de apelativos) a cargo de una negra no estadounidense”. O, más sencillamente, “un blog sobre estilo de vida”.

Sí, estilos de vida. Porque: Princeton le gusta porque no huele a nada, mientras que Filadelfia huele al tufo viejo de la historia, New Haven a abandono, Baltimore a salitre, Brooklyn a basura recalentada al sol. Lagos, la capital de Nigeria, a “perfume floral y a gases de escape y a sudor”.

Porque: “ni siquiera puedes leer narrativa estadounidense para formarte una idea de cómo es la vida real hoy día. Lees narrativa estadounidense para enterarte de cosas que hacen los blancos disfuncionales y son extrañas para los blancos normales”. Y en contrario, las entradas de Ifemelu en su blog, con su “voz irreverente, con su tono coloquial”, le permitían eludir aquello, y eludir también el cómico, falsamente cómico, estilo inglés, y escribir “sobre cómo afecta realmente la raza a las personas”.

Porque: “la raza sí importa”. Porque: para los profesores universitarios, incluso negros, “nada es lo que es sin más. Todo tiene que significar otra cosa”. Porque: para la clase media rica liberal de Inglaterra sólo se puede aceptar la inmigración si escapa de la guerra y la pobreza, no si busca alternativas, poder elegir, certidumbre. Porque: es diferente el racismo que sufren los negros no norteamericanos que los negros norteamericanos. Porque: los negros no norteamericanos inmigrantes, a Inglaterra y a Estados Unidos, sufren el temor de la ilegalidad, la falta de papeles. Porque: descubre que el pelo –el pelo natural de los negros, el afro- es una metáfora de todo esto.

Sobre todo, porque “todo eso se vivía silenciosamente, como cubierto por una gasa”. Y con “el blog se había quitado el velo”.

Y también, porque se dio cuenta que ese velo no solo cubría el mundo que vivía. Cuando, vuelta ya a Nigeria inició un nuevo blog, y escribió sobre la tía Uju –“mujeres de Lagos cuyas vidas se dibujan en torno a hombres que en realidad nunca serán suyos, anuladas por su cultura de la dependencia, con desesperación en la mirada y bolsos de diseño en la mano”-, su amiga Ranyinudo se indignó creyendo que era sobre ella, que la había expuesto, pero que en realidad, que lo supiera Ifemelu, era sobre ella misma: “¿en qué se diferencia eso de tu relación con ese blanco rico de América? ¿Tendrías ahora la nacionalidad estadounidense si no fuera por él? … ¡No te sientas tan superior!”.

Arrancar un velo. “Lo mejor de Estados Unidos es que te da espacio. Me gusta el hecho de que te tragas el sueño, es una mentira, pero te lo tragas, y eso es lo único que cuenta”. Lagos, una ciudad transaccional. En Inglaterra, “la clase, no la raza, es lo primordial”. Lo que vivían todos ellos, era “el áspero resplandor de la vida en el extranjero”. La altísima elite universitaria de Estados Unidos “vive en un universo académico paralelo usando su jerga académica en lugar de hablar inglés y a la hora de la verdad no saben qué ocurre en el mundo real”.

Arrancarse el velo. Darse cuenta que había podido conocer a Blaine recién cuando “decidió devolverse la voz”: hablar inglés nigeriano y no inglés estadounidense. Darse cuenta que pudo responder la vieja pregunta que se hizo cuando nerviosa fue a conocer, todavía en el colegio, a la madre de su novio Obinze y la tía Uju para tranquilizarla le dijo “sé tu misma” y ella se preguntó que qué era eso, “¿qué es ser uno mismo?”. Y que al regresar a Nigeria “dejé de ser negra”, “se sentía en paz”, y cuando Obinze tocó a su puerta, simplemente le dijo: “Entra”.

Quitar el velo. Quitarse el velo.

 

(Literatura Random House. Traducción de Carmen Milla Soler)

 

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