
A partir de
Historia de dos ciudades, de Charles Dickens
1775. “Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos, era la era de la sabiduría, era la era de la insensatez, era la época de la creencia, era la época de la incredulidad, era la estación de la Luz, era la estación de la Oscuridad, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación, nosotros lo teníamos todo ante nosotros, nosotros no teníamos nada ante nosotros, estábamos yendo todos directamente al Cielo, estábamos yendo todos directamente por otro camino”.
Jarvis Lorry del Banco Tellson, con una Casa en Londres y otra en Paris, recibió a la joven Lucie que creía llegar a Dover para cruzar a Francia a recibir una tierra de su padre al que nunca había conocido, pero fue para decirle que lo habían encontrado vivo. Lo tenía escondido su antiguo criado Defarge en una buhardilla, respondía cuando le preguntaban su nombre “Ciento cinco Torre Norte”, después de 18 años encerrado en la Bastilla. Ahora, rescatado, viviendo en Londres, volvía a ser el doctor Manette.
Jarvis Lorry cuidó así mismo de otro joven de origen francés afincado en Londres, Charles Darnay, que se casaría con Lucie, y que dos veces sufriría un juicio, en el Old Bailey de Londres, en la Concergierie de Paris. Allí, acusado de espía a favor de Francia, aquí años después, de emigrante y aristócrata tras la Revolución de 1789 y el reino del Terror y la Guillotina pasado el año 1792.
En Londres, su increíble parecido con el abogado de asuntos legales Sidney Carton logró su absolución: lo podrían haber confundido perfectamente con este miembro de Old Bailey, la acusación no tenía base.
En Paris, logró su absolución el prestigio del doctor Manette. Es que “no hay patriota en Paris que, sabiendo que he sido prisionero de la bastilla, me tocara … Mi antiguo dolor me ha dado un poder que nos ha traído aquí” atravesando la vigilancia. Pero fue más que eso, “por primera vez el doctor sentía, ahora, que su sufrimiento fue fortaleza y poder. Por primera vez sentía que con ese fuego intenso él había forjado lentamente el hierro con el cual podía romper la puerta de la prisión del marido de su hija y librarle. ‘Todo tendía hacia un buen final, amigo mío’” le dijo a Lorry.
¿Todo tiende a un buen final? “… contempla las caras de todo el mundo que conocemos, contempla la furia y descontento a los cuales se dirige Jacuerie cada vez con más seguridad cada hora … enséñame el cuello de un aristócrata y un tirano … Cuando llegue el momento suelta al tigre y al demonio, pero espera que llegue el momento con el tigre y el demonio encadenados, no a la vista, siempre preparados”, se decían los Defarge. Continuaban pacientes: “La venganza y castigo requieren mucho tiempo … ¿Cuánto tiempo lleva hacer un rayo y almacenarlo? Dime”.
Y el momento llegó. Y tras arrasar con la Bastilla encontraron los papeles ocultos que “Ciento cinco Torre Norte” había escrito acusando de su condena al señor Marques, el Monseñor, y a toda su descendencia. Charles Darnay era su sobrino. La condena debía caer sobre él. Tercer juicio, y, esta vez, lo condenaron a muerte.
Ese odio paciente. “Monseñor, como clase, había llevado, de una manera u otra, las cosas a esto … El cambio consistía en la aparición de rostros extraños de casta baja, más que en la desaparición de la casta alta”. Esos rostros extraño que atrapó al señor Foulon que había dicho “que la gente muerta de hambre podía comer hierba”, y con hierba ataron sus manos al detenerlo, y hierba le hicieron comer hasta más no poder antes de enviarlo a la picota.
Sidney Carton, consideraba que su vida estaba irremediablemente desperdiciada, sin arreglo, y agradecía a Lucie que el conocerla fue un brillo de esperanza, de regeneración, de creer que podría haber sido lo que quiso y no fue, y que siempre haría todo por ella, y por los que ella amara. Y Sidney Carton volvería a salvar a Charles Darnay.
¿Llega el buen final por el camino del dolor de una condena injusta, por el camino de la desesperanza de una vida desperdiciada? ¿Llega por la nobleza, la generosidad, el amor, de los desesperados? Llega el buen final; de manera impensada, de manera inesperada, abriéndose paso aún en esas eras de Luz y de Oscuridad, de esperanza y desesperación.