Píldoras de la crítica. Historia feminista de la literatura argentina. En la intemperie. Arnés L., Domínguez N., Punte M.J (directoras)

Píldoras de la crítica. Historia feminista de la literatura argentina. En la intemperie. Arnés L., Domínguez N., Punte M.J (directoras)

(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)

Los libros “con firma de mujer”, de la “literatura en femenino”, cada vez se publican más. Pero no son “simple irrupción sino una continuidad muchas veces muda y quebrada”.

Es feminista en tanto “toma de posición”, “modo de leer que reorganiza saberes”, “condición situada, plural y crítica”. Es de la literatura argentina en tanto “laboratorio en continua transformación”. Es historia en tanto análisis de “los modos en que teoría, política y literatura se entretejen y dan lugar a la emergencia de ficciones y textos complejos que ponen en cuestión tanto el canon nacional como la norma social y los protocolos de la crítica”.

Con el fortalecimiento del movimiento feminista desde 2015, con la expansión de la literatura en femenino, “la perspectiva crítica se ve obligada a renovarse y a cuestionar sus propios presupuestos y modos de leer”.

En este tomo, del presente hasta los ’90, la literatura “cambia de foco”. Y recorrer estas décadas requiere otra temporalidad, vinculada a la experiencia, resultando en un “atlas de las emociones”, que no rehace un mapa de autoras sino de tramas.

Y todo lo repasan: el cuerpo, lo performático; las escrituras, no literaturas trans travestis; la revisita a los territorios tradicionales de la literatura argentina: el campo; la precariedad; el trabajo; los restos; los afectos; las crónicas; la poesía; la prostitución; el aborto; la maternidad; los feminicidios; la intimidad; la novela romántica; las aventuras. Están “quienes no somos ellos”, “el lenguaje de las locas”, “el margen del patriarcado”.

Mucho entra en cuestión. Lo íntimo, lo privado no es “cosa de minas”, es “crítica a los modos de vida hegemónicos”, un “realismo no referencial que desmitifica los pilares de la ideología patriarcal de la vida cotidiana”, es indagación sobre “la capacidad de sustraerse al gobierno de la vida”, es desandar el camino de interiorización del poder restableciendo el carácter exterior de los mandatos para preservar así la vida interior.

También entran en cuestión los afectos en tanto marcas del terror en los cuerpos.

También la valoración de la autoficción como “género literario autorreflexivo que emerge cuando un sujeto ve amenazada su identidad y necesita justificarla”, porque “no es posible que la sociedad haga oídos sordos”.

Se trata de “un movimiento generacional y con una perspectiva de género clara y consciente”, que conquista el que todo se resignifique: “cuestionando tanto sus fundamentos patriarcales como los de la crítica que le dio cuerpo”, sabiendo que “el valor literario es una construcción”, un campo de tensiones.

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