
Píldoras de la crítica. Modernismo y poesía política y social, Chile inicios siglo XX. Matías Ayala
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
“Se suele entender el Modernismo (extremada en su primer momento más decadentista) como el estilo poético que se enfrenta a la novela realista, el Naturalismo y el Criollismo en sus recursos literarios e intenciones sociales. Si el primero es elitista, refinado, aspira al ensueño de la conciencia individual y cosmopolita, el segundo aspira a la representación de clases sociales, las interacciones colectivas dentro de un marco nacional. Por esto, se podría afirmar que hay tensión en los discursos literarios de finales del siglo XIX entre la posición realista (con sus narrativas locales, sociales y nacionales) y la poética modernista (como movimiento internacional latinoamericano de filiación cosmopolita, burgués y estetizante). Esta oposición que ha ordenado el Modernismo desde sus inicios (famosa y tempranamente a Rubén Darío lo acusaron de ‘escapista’) se resolvió en el caso de los autores chilenos con la intención de hacer una síntesis entre ellos”.
Tras la Matanza de la Escuela Santa María de Iquique en 1907 que “es el hecho político, social y cultural que ordena también la historia literaria y poética”, hubo un “repliegue hacia adentro de los escritores”. Unos, con una vuelta hacia lo local que evita la historia y los conflictos sociales, como Pedro Prado con su ‘Flores de cardo’, otros se extienden en la introspección configurando la nación con el paisaje campestre y de la provincia con su lenguaje, como Ernesto A. Guzmán, Carlos R. Mondaca, Max Jara, Daniel de la Vega.
“Todos estos autores han incorporado los elementos fundamentales del estilo modernista: precisión en el lenguaje, su refinamiento, su alejamiento de la oralidad vociferante, dada a las hipérboles y signos de exclamación … Otra posible síntesis entre el Modernismo y los elementos locales se basa en la poesía política y de crítica social. Desde Bórquez del Solar, Pedro Antonio González hasta Carlos Pezoa Véliz y Víctor Domingo Silva para rematar con la antología ‘Selva lírica’ –en donde hay una sección, en los apéndices, en que se consignan a los ‘poetas ácratas’, detrás de los ‘poetas araucanos’ y los fabulistas, se puede trazar una tendencia política en la poesía chilena del Modernismo. Da la impresión de que ha sido la critica la que sido incapaz de articularla con claridad, más preocupada de emular la narrativa de la historia literaria eurocéntrica al persistir en centrarse en el primer momento más decadentista, con la figura de Darío como la más relevante”.
(Matías Ayala. Fin de siglo y modernismo (1886-1917))