
Diálogos. La maldición de Eva. Margaret Atwood
(No es novela ni cuento, a quienes aquí acogemos. Pero escrita por un novelista, no es solo crítica o análisis. Es un diálogo entre escritores. Y creación de un espacio literario. Por eso también lo acogemos).
“La vida es corta, el arte es largo, los motivos son complejos y la naturaleza humana es infinitamente fascinante. Hay muchas puertas entreabiertas, otras hay que cerrarlas. ¿Qué habrá en la habitación prohibida? Algo distinto para cada cual, pero algo que necesitamos saber y que jamás sabremos si no cruzamos el umbral”.
La vida es corta. “En esta sociedad es más difícil ser mujer escritora que hombre escritor”: se espera sean perfectas, si tienen defectos, son unas brujas, medusas, y otras figuras. Si la mujer es el personaje, no la escritora, y muestra defectos, no es verosímil, es un defecto de la naturaleza femenina; no es un individuo, como el personaje hombre, es una representación de su género. Así que “una petición: a las mujeres, tanto personajes como personas, deberían permitírseles sus defectos”.
El arte es largo. Pensar cómo se hace una escritora, requiere pensar, preguntarse: “¿Para qué sirven las novelas? ¿Qué función se supone que cumplen? ¿Qué beneficio, si es que lo hay, proporcionan al lector? ¿Se supone que son para disfrutar o para instruir o ambas cosas?”. Si se quiere crear un personaje, uno masculino, uno femenino, no es lo mismo, , también requiere pensar, preguntarse: ¿qué es una novela? “Nuestra evaluación sobre el papel de los personajes masculinos en la novela dependerá, por supuesto, del tipo de criatura del que creamos que estamos hablando”. Lo mismo si el personaje a crear es uno femenino y para colmo con “mal comportamiento”. “¿Cómo debemos considerar a este tipo de personajes? O, desde mi punto de vista, desde la página en blanco que tengo delante cuando empiezo, ¿cómo debo crearles?”. Desde un punto de vista general, total, debo pensar en general, mi creación.
Los motivos son complejos. Pero los personajes femeninos de la literatura son estereotipos, aunque sea muy variados: no tienen móvil, simplemente son, ya sean buenas o malas, como una fuerza de la naturaleza, son lo que son; hay pasivas a quienes les pasa de todo; hay con temor, incapacidad de actuar, sentimientos de indefensión, desamparo; hay, las menos, mujeres poderosas, pero suelen tener un componente sobrenatural. “Si se busca un personaje femenino que tome decisiones, que actúe, que provoque y afronte los acontecimientos, que tenga ambición y poder creativo”, no hay demasiadas de estas historias. Y nos lleva de la mano desde las brujas y medusas a Catwoman, de Caperucita Roja a Jane Eyre, de Medea a la pequeña Nell, de Ofelia a Madame Bovary y Molly Bloom, entre tantas más. Hubo después, con el primer feminismo, un decisivo aporte: “la extensión del territorio disponible para los autores, tanto en los personajes como en el lenguaje; una mirada crítica a la forma como se ejerce el poder en las relaciones entre ambos sexos, y la exposición de las mismas como patrones sociales; un decidido análisis de muchas áreas de experiencia anteriormente ocultas”, pero también estereotipos.
Y hay que evitarlos. La naturaleza humana es infinitamente fascinante. Deben entrar las mujeres villanas, con defectos, también. Y los hombres violentos, abusadores, violadores. Porque “la novela sin ideología no existe”. Pero no es todo: “uno puede pensar que en ciertas novelas escritas por mujeres el comportamiento poco encomiable de los personajes masculinos no está necesariamente ligado a una visión perversa del sexo opuesto de las autoras”. Existen en la vida real. “No pretendo limitar la novela a algo parecido al naturalismo de Zola (aunque Zola no era en realidad un rígido naturalista a lo Zola como cualquiera que haya leído el jubiloso pasaje final de Germinal puede corroborar); pero hay que decir que algunas de las cosas que están en las novelas están ahí porque existen en el mundo”.
El infinito de la naturaleza humana al alcance de la corta vida de una escritora, decidida a cruzar el umbral.
(Lumen. Traducción de Montse Roca)