
A partir de
Medea, de Eurípides
Terrible, sangrienta venganza pergeña Medea contra Jasón su esposo, por abandonarla para casarse con la hija de Creon, rey de Corinto.
“La justicia y todo al caos se revierte … Viene ya el honor para la raza femenina: ya no tendrá la fama mujeril tacha de infausta … Si yo pudiera, un canto contra la felonía de los varones hubiera de entonar”.
Comienza su ejecución. Finge, después de rechazar violentamente a Jasón amistarse para enviarle un regalo a su nueva esposa.
Lo envía en manos de sus hijos: “un sutil velo y una corona de oro cincelado”. Regalo envenenado, untado con “ingredientes maléficos” que la matarán cruelmente al vestirlos y a todo aquel que la toque. Muere ella, muera su padre Creon, y mata después Medea a sus hijos para mayor dolor del padre: “yo di a tu corazón golpe por golpe”.
Feroz, desproporcionada venganza. Sí, lo sabe: “mi furor se sobrepone a mi juicio. ¡Ah, es la ira la fuente de los mayores males para el hombre”. Porque “soy”, lo sabe, “¡para los enemigos implacables!”.
¿Desproporcionada?
Medea se sabe no solo la mujer agraviada de Jasón: “De cuantos seres tienen alma y pensamiento somos las mujeres los más desdichados. Primero hay que gastar grandes caudales por lograr un marido. Ya lo tenemos. Hay que hacer de él un déspota de nuestro cuerpo. De los males quizá el más duro. Y el punto más difícil: ¿será bueno o malo? No se concede a las mujeres repudiar al esposo, ni desatar el vínculo nupcial. Es preciso ser adivino para saber, sin que nadie nos lo haya enseñado, cómo ha de tratarse al que comparte nuestro lecho. Bien puede ajustarse a nuestra manera de ser: es la dicha de las dichas. Llevará el yugo conyugal de buen grado. Pero si no… ¡mejor la muerte! Cuando un varón se hastía de la vida hogareña, se sale fuera a disipar su enfado. Va con algún amigo, con sus camaradas. Y ¿nosotras qué? ¡Un solo ser hay en quien tenemos que poner los ojos! Sí, lo sé. Dicen que nosotras pasamos la vida seguras en el hogar, sin pena, sin peligro y ellos van a la guerra, combaten con la muerte a la vista. ¡Mal piensan! ¡Tres veces en el frente de batalla y no parir un hijo!”.
Venganza madura sí, entre los más desdichados, en las mujeres, que se desborda cuando ocasión se presenta. Pero, ¿desproporcionada?
(Editorial Porrúa. Versión directa del griego con una Introducción de Angel Ma. Garibay K.)