
A partir de
Protágoras (el Prometeo de Platón)
Afirma Protágoras poder enseñar la ciencia política y hacer a los hombres buenos ciudadanos. Sócrates sostiene que es algo que no puede enseñarse. Para construir un barco se consulta a un constructor de barcos, para construcciones públicas a los constructores: los saberes técnicos pueden enseñarse. No la política, ni el propio Pericles lo pretende. “No es enseñable la virtud”.
Protágoras quiere defender su afirmación. Y nos cuenta el mito de Prometeo.
“Hubo una vez un tiempo en que existían los dioses, pero no había razas mortales. Cuando también a éstos les llegó el tiempo destinado de su nacimiento, los forjaron los dioses dentro de la tierra con una mezcla de tierra y fuego, y de las cosas que se mezclan a la tierra y el fuego. Y cuando iban a sacarlos a la luz, ordenaron a Prometeo y a Epimeteo que los aprestaran y les distribuyeran las capacidades a cada uno de forma conveniente. A Prometeo le pide permiso Epimeteo para hacer él la distribución. «Después de hacer yo el reparto, dijo, tú lo inspeccionas.» Así lo convenció, y hace la distribución. En ésta, a los unos les concedía la fuerza sin la rapidez y, a los más débiles, los dotaba con la velocidad. A unos los armaba y, a los que les daba una naturaleza inerme, les proveía de alguna otra capacidad para su salvación”.
¿Qué buscaba Epimeteo? El equilibrio.
“Pero, como no era del todo sabio Epimeteo, no se dio cuenta de que había gastado las capacidades en los animales; entonces todavía le quedaba sin dotar la especie humana, y no sabía qué hacer. Mientras estaba perplejo, se le acerca Prometeo que venía a inspeccionar el reparto, y que ve a los demás animales que tenían cuidadosamente de todo, mientras el hombre estaba desnudo y descalzo y sin coberturas ni armas. Precisamente era ya el día destinado, en el que debía también el hombre surgir de la tierra hacia la luz. Así que Prometeo, apurado por la carencia de recursos, tratando de encontrar una protección para el hombre, roba a Hefesto y a Atenea su sabiduría profesional junto con el fuego -ya que era imposible que sin el fuego aquélla pudiera adquirirse o ser de utilidad a alguien- y, así, luego la ofrece como regalo al hombre. De este modo, pues, el hombre consiguió tal saber para su vida; pero carecía del saber político, pues éste dependía de Zeus”.
¿Qué buscaba Prometeo? No solo reparar el olvido de Epimeteo. No solo equilibrar las cosas. De los atributos de los dioses prioriza el saber profesional y el fuego.
Con esto, los hombres lograron: creer en los dioses y construirles altares y escupir sus estatuas. Crear el lenguaje: “articuló rápidamente, con conocimiento, la voz y los nombres”. Construir su hábitat: “inventó sus casas, vestidos, calzados, coberturas, y alimentos del campo”. No es poca cosa, “de aquí resulta la posibilidad de la vida para el hombre”.
¿Pero qué vida?
La pregunta es importante, porque ¿de qué se tratan esa pareja de atributos robados a los dioses, el saber profesional y el fuego? De la técnica manual: “su técnica manual resultaba un conocimiento suficiente como recurso para la nutrición, pero insuficiente para la lucha contra las fieras. Pues aún no poseían el arte de la política, a la que el arte bélico pertenece. Ya intentaban reunirse y ponerse a salvo con la fundación de ciudades. Pero, cuando se reunían, se atacaban unos a otros, al no poseer la ciencia política; de modo que de nuevo se dispersaban y perecían”.
Zeus repararía más tarde esto, a Hermes ordenó que dotara a los hombres del “sentido moral y la justicia, para que hubiera orden en las ciudades y ligaduras acordes de amistad”.
Prometeo asegura las condiciones de vida de los hombres otorgándoles la técnica manual de la que vendrán la religión, el lenguaje, el hábitat, pero será una vida bajo permanente amenaza, la amenaza exterior de las fieras, la interior de las rivalidades entre los hombres.
Es el Prometeo de la sola condición de posibilidad de vivir, que no basta. Prometeo, tener todo y nunca alcanzar nada.