“Este único e inmenso cuadro, en el cual está representada la figura humana en todas las actitudes posibles, donde todos los sentimientos, todas las pasiones, todos los impulsos del alma están expresados con perfección inimitable, no ha tenido, hasta ahora, ni tendrá jamás igual en el dominio del arte.

Esta vez el genio de Miguel Ángel alcanzó el infinito. El tema de esta vasta composición, la manera de concebirlo y ejecutarlo, la admirable variedad y la sabia disposición de los grupos, el inconcebible atrevimiento y la firmeza de contornos, los contrastes de luz y de sombras, las dificultades, o mejor las imposibilidades vencidas de manera prodigiosa, toda la unidad del conjunto como la propia perfección de los detalles, hacen de El Juicio Final la obra más completa, el más hermoso cuadro que existe. En conjunto produce un efecto amplio y grandioso; y no obstante, cada parte de esta obra prodigiosa gana infinitamente al ser vista y estudiada de cerca. No conocemos cuadro alguno de caballete que esté trabajado con tanta paciencia y acabado con tal amor.

El pintor sólo podía escoger una escena, algunos grupos aislados de ese drama espantoso que se representará en el valle de Josafat, donde se reunirán las generaciones el último día del mundo. ¡Admirad, no obstante, la omnipotencia del genio! Nada más con un solo episodio y en un reducido espacio y mediante la sola expresión del cuerpo humano, el artista ha sabido conmovernos de espanto y de terror, haciéndonos asistir realmente a la suprema catástrofe”.