
“El pintor y grabador James Abbott McNeill Whistler, que nació en Estados Unidos, trabajó en Londres y se sintió parisino, tenía la costumbre de dar a sus cuadros un título según la tonalidad dominante: Nocturno en azul y oro: Valparaíso; Arreglo en gris y azul N.° 1 (Retrato de la madre del artista), o simplemente Venecia en azul turquesa, Amsterdam en topacio, Bretaña en ópalo. A propósito de estas últimas obras, Marcel Proust escribió que las mismas lo habían llevado a un estado de nerviosidad indescriptible, algo que jamás habían conseguido las obras de Manet o de Degas. El mismo Whistler encontraba a los impresionistas demasiado realistas; pensaba que los simbolistas eran más modernos. En cambio, el artista dio a sus numerosos huecograbados títulos realmente prosaicos. Lectura a la luz de una lámpara muestra a una mujer joven de perfil, a la luz de una lámpara de petróleo, con una taza de café o de té a su lado, leyendo un libro que sostiene con angustia muy cerca de sus ojos. Dado que la lámpara produce aparentemente luz suficiente para leer, la única hipótesis que se puede extraer es que la joven está aquejada de una fuerte miopía. O es posible que sólo esté muy concentrada y quiera la menor distancia posible entre ella y su libro. La lectora y el libro se funden, nada se interpone entre ellos. Una silla cómoda, luz y una lectura apasionante son suficientes para la pequeña felicidad de esta lectora”.