
A partir de
Bajo el agua negra, de Mariana Enríquez
De ‘Las cosas que perdimos en el fuego’, elijo Bajo el agua negra. La fiscal tomó la declaración del policía, que negaba todo. Pero Marina Pinat sabía que “eso hacían los policías del sur, mucho más que proteger a las personas: matar adolescentes, a veces por brutalidad, otras porque los chicos se negaban a ‘trabajar’ para ellos -a robar para ellos o a vender la droga que la policía incautaba-. O por traicionarlos, Había muchos y muy ruines motivos para matar a adolescentes pobres”.
Y ahora estaban los cuerpos de Emanuel y de Yamil arrojados a las aguas negras del Riachuelo, el río que bordea la Villa Moreno, aguas negras, podridas, contaminadas, que producían horribles enfermedades, muertes y mutaciones en los niños que allí nacían. Francisco, el cura villero había abandonado toda esperanza, ninguna acción pastoral, solo el comedor tenía abierto.
El policía negó todo. Una niña de la Villa aparece: “El Emanuel está en la villa”. Nadie se atrevía a entrar allí. Marina fue para comprobarlo. Entra a la parroquia, no hay ninguna imagen religiosa, ni la Cruz, solo un palo, y clavado en el palo, una cabeza de vaca.
Entra borracho Francisco, la increpa, que qué hace allí. “¿Sabés que quiere decir ‘Emanuel’? Quiere decir ‘Dios está con nosotros’. De qué Dios estamos hablando es el problema”.
Entre las casillas y la parroquia, imágenes de Iemanjá, del Gauchito Gil. Una procesión carga algo que parece un ídolo entre el ruido de tambores, la fiscal intenta ver, un cuerpo gris, deforme, semi muerto mueve un brazo. Cuerpos deformes de los niños que padecían las mutaciones del río contaminado acompañaban la procesión.
En la miseria y la violencia, los dolores y las enfermedades, los cultos y los ritos, la desesperada verdad del cura villero puede no ser un reclamo a Dios, puede ser una revelación, allí están ahora los humillados y ofendidos, sin esperanza de redención.
Francisco se pega un tiro. La madre de Emanuel golpea a Marina que “corrió hacia el puente, y no miró atrás, y se tapó los oídos”.