
A partir de
El traje gris, de Andrea Camilleri
Al día siguiente de jubilarse del banco, Febo Germosino, volvió a abrir tres cartas de la mafia recibidas treinta años atrás, y que volvería a presentarse en su vida en este preciso momento. La muerte potencial lo acechaba.
Al día siguiente de jubilarse del banco, Febo Germosino iría descubriendo las traiciones de su muy bella, sensual, exuberante, y mucho más joven esposa, diez años menos, Adele. Iría descubriendo cuándo vestía ese traje gris. La muerte amorosa lo amenazaba.
Al día siguiente de jubilarse, Febo Germosino iría descubriendo la enfermedad que lo aquejaba. La muerte física lo rondaba.
Y tuvo el sueño de su muerte, maravillosamente contada. En su sueño recibe un sobre con la inscripción “reservada- personal”. “Contenía una hoja doblada en cuatro, no era papel de carta sino de impresora, grueso. Estaba manuscrita, muy tupida, tanto que no había márgenes ni arriba ni abajo ni a los lados. Las letras eran tan pequeñas, que parecían patitas de hormiga, y las palabras estaban tan pegadas que formaban una sola de una línea de longitud. No había puntos ni comas. Y tampoco se entendía en qué lengua estaba escrita. La parte posterior de la hoja se había utilizado como la anterior. Es más, puesto que no había un claro principio o algo identificable como tal, parecía una hoja arrancada de un papel continuo”. No la descifra. Recibe un llamado, una voz que le resulta familiar, y le pide que le explique qué es eso.
“- Oiga, no tengo tiempo que perder.
– Es cierto.
– ¿El qué?
– Que ya no tienes tiempo que perder. ¿Has recibido la página que te envié? Es la tuya.
– ¿Qué significa que es la mía?
– ¿No has visto que ya está toda escrita?
– Si, ¿y qué?
– Pues que en ella ya no se puede escribir más”.
Así, la vida, una página que escribimos hasta que no hay más que decir. Así, la muerte se anuncia.
(Salamandra. Traducción del italiano de María Antonia Menini Pagés)
Muy atrapante su lectura
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