
Píldoras de la crítica. Swift y Rabelais. Voltaire
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
“los libros del ingenioso doctor Swift al que llaman el Rabelais de Inglaterra. Tiene el honor de ser cura, como Rabelais, y de burlarse de todo, como él; pero se le hace un gran disfavor, según mi modesta opinión, llamándole con ese nombre. Rabelais, en su extravagante e ininteligible libro, ha esparcido una extrema alegría y una impertinencia aún mayor; ha prodigado la erudición, las porquerías y el hastío; un buen cuento de dos páginas es contrapesado por volúmenes de tonterías. Sólo unas cuantas personas de gusto extraño se precian de entender y de estimar toda esta obra; el resto de la nación ríe de las bromas de Rabelais y desprecia el libro. Se le mira como al primero de los bufones; uno se enoja de que un hombre que tenia tanto ingenio haya hecho un uso tan miserable de él; es un filósofo borracho, que no escribe más que durante su embriaguez.
El señor Swift es Rabelais, sobrio y viviendo en buena compañía; no tiene, cierto es, la alegría del primero, pero tiene toda la finura, la razón, el discernimiento y el buen gusto que faltan a nuestro cura de Meudon. Sus versos son de un gusto singular y casi inimitable; la buena broma es su predio en verso y en prosa; pero, para entenderle bien, es preciso hacer un pequeño viaje a su país”.
[Es que, piensa, que “la buena comedia es la pintura parlante de las ridiculeces de una nación, y si no conocéis la nación a fondo no podéis juzgar la pintura”. A diferencia de la tragedia pues “en ella no se trata más que de grandes pasiones y de tonterías heroicas consagradas por viejos errores de fábula o de historia. Edipo, Electra pertenecen a los españoles, a los ingleses y a nosotros como a los griegos”].
Muy ingenioso
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