
Píldoras de la crítica. Dante y Shakespeare. Thomas Carlyle
(Apenas un breve extracto para pensar, sin hacer crítica de la crítica, ni hacerse parte de entreveros, ni tener que recorrer estos caminos)
“Así como Dante, el héroe de Italia, fue enviado al mundo para encarnar musicalmente la religión de la Edad Media, la religión de nuestra moderna Europa y su vida íntima, así puede decirse también que Shakespeare encarna para nosotros en sus dramas la vida exterior de Europa, según entonces existía en sus Ordenes de caballeros, en sus cortesanías, ambiciones, usos, prácticas, costumbres y maneras de pensar, obrar y considerar el mundo que tenían los hombres de aquella época.
Así como podríamos reconstruir de nuevo con los poemas de Homero la Grecia de los tiempos heroicos, así en Shakespeare y Dante, transcurridos miles de años, existirá todavía, visible y legible, lo que era nuestra moderna Europa en la fe y en la práctica. Dante nos dio la fe o el alma, Shakespeare, con no menos nobleza, nos dio la práctica o el cuerpo. Esto último nos faltaba, y para ello nos fue enviado un hombre: Shakespeare. Precisamente cuando aquellas costumbres caballerescas y galantes alcanzaban su última perfección y llegaban a un punto donde no podían menos de decaer y descomponerse para ir a parar más o menos lenta o rápidamente a su total destrucción, según hoy se nos presenta a la vista por todas partes, ese otro soberano poeta, con su visión poderosa y la voz perenne de su canto, llega para tomar nota de aquellos tiempos y costumbres a fin de perpetuarlos en la humana memoria.
Fueron dos hombres idóneos: Dante, profundo, impetuoso, vehemente como el fuego central del planeta; Shakespeare, vasto, sereno, penetrante como el sol, la luz suprema del mundo”.