
A partir de
El jardín, de Paul Bowles
“Un hombre que vivía en un pueblo lejano de las tierras del sur estaba trabajando en su jardín … y cuando el hombre vio que el suelo de su jardín brillaba como joyas, se sentó en una piedra a mirarlo. Mientras lo observaba, aumentó el brillo y él pensó: ‘No hay un jardín mejor en el oasis’”.
“Lo invadió una gran felicidad”. Y nadie entendió nada.
Lo tomaban por alguien que oculta algo; debe tener el secreto de un tesoro.
Lo tomaban por alguien raro; saludaba con cordialidad.
Lo tomaban por alguien que no respetaba a Dios, porque ese maravilloso jardín lo hizo él mismo, con sus propias manos.
Y lo mataron.
La envidia criminal de los otros, sí. También, la posible serena y extraña felicidad de uno.
(Edhasa. Traducción de Rodrigo Rey Rosa)