ARTE Y LITERATURA. Los estigmas de San Francisco, el Greco. Ramón Gómez de la Serna

“La naturaleza del Greco era estática. En la España de Felipe II encontró aire y espacio, luz y sombra, la inclinación de su alma. Ya en ‘San Francisco recibiendo los estigmas’ y en ‘Santo Dominicano’ titubea ese sentimiento hacia lo alto de los rostros y las manos.

El Greco no creía en la delicia, en el transporte, en el goce místico. Sabía que salirse de sí, irse hacia otras regiones era un sufrimiento. Conocía las fuerzas contradictorias que se mueven en el espíritu del hombre sinceramente religioso, el ardiente deseo, la dolorosa prueba. Y quiso expresarlo.

Hay como un sufrimiento físico en sus santos, hombres o mujeres”.

“Todo el país estaba loco de confesión y hacía cruces en sus bostezos mirando al cielo.

Se temía el final del mundo todos los días y entraban sigilosos en las iglesias…

El deseo de no morir del todo poseía la España de entonces, desdeñosa de las riquezas de que estaba colmada y precisamente por estar en el pináculo de la Fortuna despreciativa como nunca de ella…

España no era más que religión y caballeros poseídos de fe religiosa, perseguidores de pecados, implacables como suponían a Dios de implacable.

De tal alto fanatismo brotaba una poesía visionaria”.

Como visionaria era la pintura del Greco. Por contraste lo presenta: “Velázquez, un poco después, recaba su garbo en el cuadro, siente ya su egoísmo de pintor, incide la realidad con su género de artista, es naturalista y no visionario”.

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