¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, Philip K. Dick

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¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, Philip K. Dick

Tras la “Guerra Mundial Terminal”, todo cambió. Un polvillo radioactivo permanente oscurece el sol. La propaganda repetía: “emigra o degenera”: los seres humanos que no habían sido afectados, o para no ser afectados por las partículas radioactivas, emigran en masa a los planeta-colonia, Marte el principal de ellos, y llevan consigo un robot- humanoide, un androide, para que les sirva. Los que no pueden emigrar, porque ya fueron afectados, permanecen en la Tierra, y son los seres humanos especiales, “cabezas de chorlitos”, por debajo de los seres humanos que no fueron afectados, como los policías y los cazadores de bonificaciones, es decir, los que matan a androides fugitivos tras haber matado a sus humanos y llegar a la Tierra disimulados como humanos. Rick Deckard está entre estos policías. Y que añoran a los animales y todas las especies vivas no humanas, que se extinguieron casi totalmente: ahora deben conformarse con sustitutos eléctricos, como la oveja eléctrica que tenía Rick.

Ese mundo que dejó la Guerra Mundial Terminal creó así una nueva jerarquía: los seres humanos por sobre todos, dentro de ellos aquellos como los policías en la cumbre y los especiales en la base, debajo de los humanos, los androides, que a su vez van evolucionando, ahora los Nexus-6 entre los más inteligentes. Los que Rick Deckard debe “retirar”, o sea, debe matar. ¿Por qué?

Se dice que porque si no los androides matarán a los humanos. Aunque cuando los matan es para liberarse de la servidumbre y buscar una nueva vida en la Tierra.

Dicen los mismos androides que es porque “son diferentes”.

Dicen los cazadores de bonificaciones que es porque son “algo”, “cosas”: sin sentimientos, sin emociones.

¿Muy sentimentales esos expertos en matar? Tal vez no tanto. Rick Deckard piensa en su oveja eléctrica: “Pensó también en su necesidad de un animal verdadero … Una vez más se manifestaba el odio que le inspiraba su oveja eléctrica, que debía cuidar y atender como si estuviera viva. ‘La tiranía de los objetos’- pensó. Ella no sabe que yo existo. Como los androides carece de la capacidad de apreciar la existencia de otro ser. Jamás había pensado antes en la semejanza entre los animales eléctricos y sus andrillos”.

La tiranía de las cosas. Eso emergía amenazante. Y con ello, “estaba en juego la diferencia entre los verdaderos seres humanos y los objetos”.

¿Y cuál es esa verdadera diferencia? La empatía: “Era obvio que la empatía sólo se encontraba en la comunidad humana, en tanto que se podía hallar cierto grado de inteligencia en todas las especies”.

[No, o no sólo, visión paranoica del presente desplazada al futuro. También algo más: ] Una búsqueda, presente en tantos, de la cualidad que pueda distinguir, pero, sobre todo, salvar, a la humanidad del horror. Y que puede residir -¿será así?- en la más sencilla de las cualidades.

(Edhasa. Traducción de César Terrón)

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