
A partir de
Lo inesperado, de Jack London
Del libro de cuentos “La quimera del oro”, elijo “Lo inesperado”. Todos estos cuentos están surcados por la paradoja de la lucha darwiniana por la vida donde sobrevivirá el más apto, en una especie de retorno a lo salvaje, pero movido a la vez por algo tan humano como la frenética lucha por el enriquecimiento.
Aquí, se comienza por una ruptura: con el ambiente en el que Edith Whittlesey se movía, donde “nada ocurría”. Hasta que su casamiento con el teutón Hans Nelson la decide a lanzarse juntos a la conquista del oeste y después de Alaska hacia el Klondike, arrastrados por la fiebre minera. Amenazados de muerte por el hambre, el frío y los muchos peligros de aquella ruta desesperante y llena de esperanzas. Una conmoción vital los sacudió.
Y concluirá con una segunda ruptura aún más terrible: el violento quiebre del grupo de amigos que exploraban en busca de oro y era condición de su éxito y de su sobrevivencia. Uno de ellos, enloquecido por la posibilidad de tomar todo el oro obtenido y no tener que repartirlo en partes iguales, asesina a sus compañeros, excepto a Edith y Hans que se salvan, y lo reducen. ¿Qué hacer ahora? ¿Entregarlo a la justicia, matarlo ahí mismo? Una conmoción moral los sacude.
Pero Edith y Hans, no son de aquellos que “esperan el destino helados de miedo, en vez de forcejear con él, o salen en estampida con un terror ciego y autodestructivo”.
Y ahora que “el destino” vuelve a ponerse en movimiento, ¿somos de aquellos que forcejeamos con él?