
A partir de
Ion, de Eurípides
“Con violencia se unió Febo a Creúsa, la hija de Erecteo”, que dio a luz un niño que rechazó con vergüenza abandonándolo dentro de un cesto en una caverna, “dejaba allí morir al niño no querido por ella”. Niño que fue dejado por Hermes en la puerta del templo de Delfos, y rescatado allí por Pitia la profetiza, criado y convertido en guardián de los tesoros del templo, mientras Creúsa se convertía en esposa de Xutos, rey de Atenas, pero a pesar de su poderío, infértiles.
Van al templo a pedir por su fertilidad. Ah, los hijos. “En la desgracia son el apoyo; en la dicha son el amor. Cuando la patria esté en peligro, el brillo de su lanza la salvará. ¡No, no riqueza quiero, ni los palacios que hinche la dicha: la dicha única que yo anhelo es criar hijos y que sean buenos!”.
El oráculo dice a Xutos que el primero que encuentre al salir será su hijo. Y es Ion, el hijo de Creúsa.
Se alegra Xutos, quiere llevarlo a Atenas, allí tendrá un padre, tendrá riquezas, recibirá en su tiempo el cetro. Ion no quiere: los atenienses rechazan a los extranjeros; la turba inculta rechaza a los que ascienden; los capaces con poder, se burlarán de él; los políticos estarán en su contra por lograr honores; su mujer, Creúsa, lo rechazará por no ser hijo de ella: las madrastras rechazan a los hijos que no son suyos.
Muchos enemigos posibles, así que “¡no, yo prefiero ser un feliz ciudadano anónimo, a vivir en zozobras siendo rey! … Guardar un tesoro y estar oyendo perpetuamente rumores, es vivir en constante congoja. Tener en mano lo que necesito y no tener afanes. Ese es mi lema. Tenga yo todo con medida y no sufra dolores”.
Xutos insiste, Ion acepta, el confidente de Creúsa enterado le aconseja matar a ambos. Elaboran su sangriento plan. Es descubierto y se decide la muerte de Creúsa. El propio Ion encabeza la partida para capturarla. A punto está de ejecutar la condena cuando Pitia lleva el cesto, Creúsa lo reconoce, lo llama hijo: “¡Ya no sin hijos soy! ¡no soy estéril madre! ¡Halla mi casa un centro; mi patria logra un rey!”. Ion acepta a su madre.
A punto de matarlo estuvo ella abandonándolo en la caverna, a punto de matarla estuvo el con su espada.
“Juguetes de la suerte, bogamos en un mar de incertidumbres. Vientos sin freno nos empujan y van en un vaivén interminable. ¡Ah, si al fin se calmaran, si al fin en un solo sentido soplar pudieran! Basta ya de tormentas, basta ya de huracán: venga una grata brisa”.
Sí, basta ya de tormentas. Pero después, y sobre todo, basta ya de vaivenes, que una grata brisa sople, y sople en un solo sentido. Hay allí otro lema.
(Editorial Porrúa. Versión directa del griego con una Introducción de Angel Ma. Garibay K.)